Los primeros de mayo es la fecha que esperan los trabajadores para enterarse del monto del nuevo salario mínimo, referencia que determina loa que se ha de pagar en las escalas superiores. No será una sorpresa que nos tiene el gobierno como el cuento del cisne negro, es un evento esperado de gran impacto económico. No les basta con el coronavirus, un hecho imprevisible. Falta el aumento de sueldo que nos va a imponer.
En nuestro país casi nadie está trabajando. Pocas empresas producen en esta circunstancia. Los chavistas intervienen, abusan, controlan y van imponer un costo adicional a los empleadores. La justificación será la hiperinflación que ellos han disparado por su exceso de derroche, por pagar lo que deben con lo que no tiene.
En las colas de las compras, con un metro de distancia entre uno y otro, nunca falla el que está cansado de conversar con su mujer o su mamá. Pregunta cómo asumo la cuarentena, las repuestas ya las saben, yo contrataco con ¿y qué opinas que va a pasar? Eso no pela, empiezan a hablar. La gente se desgañita en improperios contra maduro y sus secuaces. Llegamos a la teoría de la conspiración: el colotordoc y la nueva chica polar, encargados de la información oficial, nos están engañando con esas cifras que expresan todos los días.
Para remate, en la medida que Venezuela se prende por los cuatro costados estos fulanos tienen una perilla, un controlador de volumen usado cuando sea oportuno asustar a la población. Si la situación se pone fea pregonan más o menos casos de Covid-19 encontrados. Un buen termómetro es estimar el desorden, los saqueos, y verán que suben o desaparece la estadística, ya que no es posible que en un día no haya ningún caso. A mayores disturbios anuncian tantos infectados como sea necesario.
A todas estas, la nueva amiga se llama Freiheit. Me dice que ella piensa que subirán el sueldo para que la gente pueda pagar la gasolina a los dólares que les pedirán los guardias nacionales, les permitan colearse en la cola o que no disparen al aire, se dispersen, y llegan otros a tomar los puestos que cuidaban desde hace varias horas. Que buena broma, y yo que pensaba ir a buscar combustible.
Ya la chica me está cayendo simpática. No sabe que un barril tiene una capacidad de 159 litros de petróleo y que de esos se obtienen 66 litros de gasolina. Hoy, el barril vale 10 dólares, por lo que no se justifica que cobren un dólar en bidón. El gobierno socialista es el primer especulador.
La mamá de Freiheit, cuyo nombre es Laisvė, se mete en la conversa y le pide que no salga sin ella. Que afuera está muy peligroso. No se distingue el policía del malandro. En el gobierno tampoco.
Yo insisto con el tema, ¿y qué opinas del potencial aumento de sueldo? Yo quisiera -me contesta-, no tengo empleo, no voy a obtener beneficios de lo que acuerden. No poseo chamba, pensión, caja Clap ni beca. Está en un limbo. Pobrecita, y me cuenta que tampoco va a quedar encinta para que le paguen. Cambiando el argumento, le pregunto cómo llamaría a su futuro hijo si se entusiasma. La chica se ilusiona y arroja que Ominira si es hembra o Uhuru si es varón. Me aclara que son nombres africanos, y tiene relación con la santería. Estamos así por estos lares.
Seguí sondeando su realidad. Su tío Vabadus labora en un automercado y por eso está resuelta parte de la comida, estos empleados tienen preferencia en la adquisición de la mercancía. Claro, no consigue de todo, hay que buscar, estar zanqueando de un sitio a otro; y con esta mascarilla que es más incómoda que dormir con el closet abierto. Ella dice que no bachaquea, que los productos los vende a sus amigos al mismo precio que los adquiere. Me vieron la cara.
Seguimos con el cuento del salario que pagarán a los demás, no a ella. Lamenta que ese aumento traerá más inflación, y que el dólar va a subir de precio. No sabe cómo su familia va a poder comprar la dieta diaria. Sin embargo, tiene esperanzas en Guaidó.
La nueva política de colocar los precios de los productos en dólares le parece bien, así estará al tanto cuando vaya al mercadito al aire libre. No tiene resuelto cómo conseguir la divisa, añora una estabilidad que hace tiempo perdió el país, no le importa que sea en moneda extranjera. Ella vislumbra un mejor porvenir, porque nada será peor de lo que tenemos. Si conociera la física cuántica sabría que conocer el presente no nos permite predecir lo que ocurrirá en el futuro, pero quien puede entender eso.
Cuando me dijo que reza a Kebebasan y le pide que resuelva esta situación comprendí que era el momento de escoger las verduras, las frutas, pagar e irme a mi casa. Compre ahora, el sueldo de mayo no le alcanzará.
Jesús Rangel Rachadell / @rangelrachadell