En las últimas semanas, hemos visto como la desesperación ha invadido centenares de hogares venezolanos. Una injusta decisión: sobrevivir al Covid, o morir de hambre.
En nuestros comedores solidarios de Construyamos País en Maracaibo, pasamos de atender 60 niños a diario, a superar nuestra capacidad y recibir hasta 120 personas a diario por comedor, intentando resolver y agradeciendo a tantos venezolanos solidarios que nos apoyan para que esto siga siendo posible. Las historias que escuchamos en cada uno de ellos, son dolorosas, siendo muy sincero, frustrantes, de cómo hemos llegado a este punto donde nuestra gente tiene que mendigar y exponer a sus niños a una infancia no solo injusta, sino inhumana.
Las madres y padres en su mayoría trabajaban en el comercio informal, la construcción, la limpieza, cocina o atención al cliente o simplemente siguen percibiendo un salario que no alcanza, y muchos de ellos dependían de una remesa que podía enviar algún familiar en el exterior, que hoy también sufre la consecuencia de la cuarentena por coronavirus y las medidas que los gobiernos del mundo han tomado como parte del distanciamiento social.
Asfixiados, sin poder resolver, vemos como nuestros vecinos sacan a sus aceras ropa y artículos a la venta para intentar generar algún ingreso para comprar alimentos. A otros, los hemos visto deambulando tratando de recolectar casa a casa algunos alimentos que puedan llevar a sus hijos.
Cumplimos más de 40 días en cuarentena, y no hay medidas que puedan amortiguar la crisis que viven y padecen estas familias. Al contrario, el aumento vertiginoso del precio del dólar paralelo y el dólar del BCV, ha sido un golpe más a los pocos ahorros que pueda tener el venezolano. El sueldo mínimo, reducido a medio kilo de queso semiduro, o 25 panes, es una burla, para ese pensionado que trabajó por años y que hoy no puede costear ni siquiera su medicamento de la tensión o más de 2 kilos de harina para subsistir en la cuarentena.
En Maracaibo, un pasaje de transporte público pirata, que es lo único que hay, puede llegar a costar hasta 250.000Bs, obligando a nuestros vecinos a caminar kilómetros para poder abastecerse de alimentos o medicamentos porque la distribución de gasolina, está limitada para sectores prioritarios desde el inicio de la cuarentena. En las últimas semanas, los productos básicos en la dieta zuliana aumentaron más del 58%, y en los últimos 3 días, más del 30%. A esto, debemos sumarle que la escasez de agua por cisterna aumentó –por la nula distribución de agua por tubería- y quienes son parte de esta distribución se han aprovechado para cobrar hasta 100.000Bs por pipa o 2 kilos de arroz, harina o algún alimento.
El consumo está dolarizado. 8 de cada 10 venezolanos no tienen ahorros para afrontar la cuarentena y 5 de cada 10 venezolanos compran sus alimentos a diario. La cesta básica supera los 320$ y en el caso de los empleados públicos, el salario más alto no supera las 3.000.000Bs. El sector comercio con excepción de mercados, supermercados, bodegas y farmacias está paralizado en 80%.
La ONU señala que Venezuela es el cuarto país del mundo afectado por el hambre y que está necesitado de asistencia urgente. No es una caja clap, “rendida” por 3 meses la solución. Lo que se requiere de inmediato, es buscar las divisas para que al menos 7 millones de familias venezolanas sean atendidas.
¿Un bono? NO MÁS BURLA. Se ha propuesto un apoyo económico de 100$ por familia sin ningún tipo de distingo político durante los meses de cuarentena. Debemos apoyar a los venezolanos en tan difícil momento por el que estamos pasando. Si no se toman medidas, las muertes no serán por Coronavirus, sino por HAMBRE.
Orlando Chacón / @Orlandochacon_