Es difícil para una nación como la nuestra emprender rutas de transformaciones verdaderas cuando la génesis de nuestros males tiene dos arraigos claves; la constitución y una mentalidad explotable. El Estado político impreso en la carta magna 99’ no difiere de las constituciones anteriores, es una oda al presidencialismo que nos ha hecho tanto mal.
Desde siempre, la figura presidencial se edifica jurídicamente como un hegemon, con las competencia y facultades Estatales más importantes, determinantes. Por sí fuera poco, dicha patología ha sido gravemente empeorada con las innumerables leyes habilitantes y un Estado paralelo que el chavismo ha erguido desde época de Chávez hasta la actualidad, robusteciendo aún más la figura presidencial. Estas competencias y facultades medulares deben recaer equilibradamente entre los poderes nacionales, no solo en uno. Hasta que esto no sea corregido Venezuela seguirá viviendo bajo las sombras de caudillos autoengrandecidos.
Otro factor determinante es superar la petróleodependencia, Chávez la llevó al nivel máximo. El pilar del crecimiento no debe estar en el subsuelo sino en las infinitas capacidades y talentos de una población tan ingeniosa como la nuestra, se debe fomentar la educación de vanguardia y el apoyo al emprendimiento. Nuestro país figura entre los últimos en cuanto a calidad educativa y a libertades económicas y facilidades para emprender, ello debe cambiar sí queremos resurgir, la educación debe ser la máxima prioridad (junto a la salud) y la creación de empresas debe ser un procedimiento lo más cercano a la inmediatez. Sí no hay cambio al respecto jamás superaremos la esclavitud a nuestro subsuelo, al tercermundismo.
La reelección indefinida debe ser eliminada de raíz, los cargos públicos deben contar solo con un periodo de reelección posible, además, en el caso de la presidencia de la nación debemos reducir su periodo a 5 años, la larga permanencia en el poder crea terribles vicios, ya lo hemos aprendido. Del mismo modo, tampoco debe permitirse candidatos a cargos públicos con antecedentes penales.
Otro cambio necesario es lo civil, debe recobrar su vital espacio, los militares deben circunscribirse estrictamente a sus funciones profesionales de seguridad territorial, resguardo de la soberanía y de la constitución. Todos los niveles de gobernanza deben ser civiles, desde 1958 hasta 1999 el país lo había logrado. Lo propio ocurre con la partidización de las instituciones públicas, deben recobrar su profesionalismo, el apego a la ley, volver prohibirse toda manifestación partidista en instituciones del poder público. El que nos veamos obligados hacer esta petición denota el terrible grado de partidización en el que nos hemos empantanado.
Otro factor determinante, necesario incluir en la próxima constitución, es prohibir a los gobiernos de Venezuela mantener relaciones con regímenes tiránicos, ello es imprescindible. Por otro lado, es de suma importancia que el ente rector de las telecomunicaciones no puede ser controlado por el gobierno, es necesario conformar un ente compuesto por representantes de los distintos medios de comunicación, los usuarios, representantes del gobierno… en fin, un ente equilibrado que garantice la imparcialidad, la idoneidad de las decisiones. Lo que hoy acontece en el país es una afrenta a la libertad de prensa e información.
Corrigiendo estas espantosas anomalías (y otras), el venezolano finalmente comprenderá que no hay gobernante por encima de la ley, que éstos (desde el presidente hasta un concejal) son simples empleados obligados a dar frutos positivos, sin derecho a excusas. Así, cuando llegue otro político con ínfulas de “eterno o supremo” los ciudadanos sabrán qué hacer con él.
Leandro Rodríguez / @leandrotango