¿Por qué tendremos que buscarlo en el libro de los por qué?
En nuestro caso, nos gustó toda la vida México. Recordamos con mucho cariño y aprecio nuestra primera visita al país azteca a mediados de la década de los 50s. Nuestro padre nos había asegurado “solo dos cosas te llevas a tu tumba: el saber y los viajes”. Así, nuestra primera excursión fue a temprana edad, México y Costa Rica, por el Centro de América. Cuando entramos a la Ciudad de México, el primer toque fue la Zona Rosa. En efecto, era una rueda de picardías: fiestas, aguardiente y otras especies. Los agentes del orden nos ofrecieron servicios sociales y sexuales, y la marihuana corría copiosa por las calles. México veía este asunto en forma muy ligera. Diez años después, volvimos a la capital mejicana y la cosa estaba igual. México es un país muy importante: tiene una superficie territorial de 1.964.375 Km2, precisamente, el doble del tamaño de Venezuela. Tiene, además, México una población estupenda; 130 millones de ciudadanos conviven en sus ciudades y pueblos, 4 veces más que nuestro país. Tierras inmejorables en fecundidad para legumbres y mucho mas, los vecinos más ricos del mundo y una calidad humana de primer orden. Empero, se dejó ganar de tres vicios: la fiesta, la droga, la violencia; y dos abandonos: la miseria y la falta de escuela. Con los años se agregaron otras: la corrupción política, los carteles con sus violentas guerras, la violencia de género contra las mujeres. Entonces, las desproporciones han venido agotando la vida real de los problemas concretos. Le sobra música, cine, televisión, poetas, escritores, pintores, mujeres bellas, fantasías y fiestas pero le falta la vida doméstica, la disciplina política, la dirigencia en el ambiente social y cívico y, desde luego, en el administrativo. Todos con una ausencia terrible en las tablas del prestigio. El partido PRI apabulló el país y lo sembró de malas costumbres y elementos parroquiales exagerados.
Así pues, desde el año 1934, de la nueva era mejicana, hasta el 1940 ocupó la Presidencia el General Lázaro Cárdenas cuyo mandato constituye un período constructivo de la Revolución mejicana. Impulsó la organización de los sindicatos obreros, se mantuvo fiel a la constitución y la “democracia”; elaboró el plan sexenal para el reparto de la tierra a los campesinos y, sobre todo, nacionalizó la industria petrolera por decreto del 18 de marzo de 1938.
Después, Manuel Ávila Camacho fue electo en 1940 tras una reñida batalla electoral; declaró la guerra a los países del eje, fomentó la industria y suavizó la política anticlerical de sus sucesores. Miguel Alemán (1946-52), Adolfo Ruiz Cortines (1952-58) y Adolfo López Mateos (1958-1964) prosiguieron la política de conciliación nacional y unidad. Más, debido al largo periodo de paz de que disfrutara el país y la regularidad constitucional, se pudo impulsar el desarrollo industrial e incrementar la educación popular. Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), Luis Echeverría (1970-1976) y José López Portillo en el sexenio 1976-1982. Toda esta historia hegemónica del PRI nace en 1929 con su fundación por parte de Plutarco Elías Calles hasta el año 2000 cuando por primera vez pierde el poder de manos del PAN con Vicente Fox a la cabeza. Sin embargo, el PRI recuperó el poder en el 2012 de la mano de Peña Nieto, solo para perderlo 6 años mas tarde. Así llegamos al 2018 cuando el actual Presidente AMLO gana las elecciones. Es directamente a él a quien queremos dirigirnos.
El problema de fondo de México, visto desde afuera, se constituye en los muchos años de analfabetismo de su población y la poca importancia que se ha brindado al sistema educativo, tanto, que las estadísticas de personas por alfabetizar siempre han sido elevadas y las resultas del sistema educativo, deficientes. El gobierno de López Obrador debiera crear escuelas para adultos de, régimen nocturno, con un plan piloto dirigido a alfabetizar en luces y moral a la ciudadanía. De ese modo, con los dólares del avión se podría financiar en parte esta idea y, en una acción envolvente, resolver este problema en los próximos 18 meses haciendo uso de decretos ad-hoc que involucre a maestros jubilados dentro y fuera del sistema educativo a nivel nacional. Cuando el ciudadano ordene su vida cívica, la violencia cederá, las mujeres regresan al tope más alto de su familia sin ningún tipo de temor y la organización de la ciudad se conseguirá. Con este solo logro, el presidente AMLO podría irse tranquilo y feliz a su casa y pasar a la historia como uno de los grandes de ese país.
Es pertinente saber que México es reconocido como la catorceava economía del mundo. Entonces nos preguntamos, ¿dónde estaría México si lograra dar solución a su problema educativo? Por estadísticas oficiales sabemos que tenemos cerca de un 30% de la población analfabetas y/o analfabetas funcionales. Si el Estado, en join-venture con la empresa privada logran incorporar esos casi 40 millones de mejicanos a la economía en un plan de 3 períodos presidenciales, o menos, nos atrevemos a asegurar que el país remontaría sus resultados económicos al punto de incluirse dentro del grupo “top 10” de las economías del mundo y, como consecuencia, el crecimiento del bienestar ciudadano sería sin precedentes y sin atenuantes, la sociedad se enriquecería y los exagerados porcentajes de desigualdad social y miseria serían drásticamente echados por tierra.
México lo tiene todo: un país hermoso y superabundante, una fuerte memoria histórica que le da un gran arraigo y sentido de pertenencia; una gran capacidad de trabajo unido a una fuerte empresa privada; y un cúmulo de acuerdos comerciales con terceros países que le dan una envidiable posición en el concierto de naciones y ventajas comparativas inigualables. Entonces, como en todos nuestros países latinos, solo falta la voluntad política de los dirigentes políticos, empresariales y de los trabajadores.
¡¡¡Adelante México!!!
Luis Acosta