Los antropólogos dicen que el número tres fue símbolo de protección, estabilidad y paz para los primeros hombres y paulatinamente se asoció con lo divino. Los dioses triunos ya los encontramos en los antiguos egipcios con los nombres de Horus, Osiris, Iris y esta idea se propagó con facilidad entre caldeos, persas y muchos otros pueblos.
El hinduismo desde el siglo XV a.c. ya muestra un dios triuno formado por Brahma (el creador), Vishnu (el mantenedor) y Shiva (el reconstructor). La belleza de la tradición religiosa india representa, en cuadros y esculturas, a Brahma, el creador del universo, con cuatro cabezas mirando a los puntos cardinales, barba blanca simbolizando lo eterno y cuatro brazos. Todas las representaciones de los dioses abundan en detalles como flores, anillos, brazaletes coronas, rosarios, objetos diversos y posiciones que forman parte de las historias alrededor del dios y sus poderes.
Vishnu es el que conserva la creación, se representa como un dios joven, con una sola cabeza, cuatro brazos y usualmente de piel azul. Ha tenido varias manifestaciones terrenales (los llamados avatares) en formas diversas como pez, tortuga, jabalí y guerrero. Una de sus más conocidas encarnaciones fue la de Krishna (buenmozo y azul) que hasta originó un grupo diferenciado que lo adoran como el dios principal. Algunos de mis lectores mayores recordarán, en la década de 1960, a los fieles de este grupo, rapados de pelo, vestidos con batolas color azafrán y cantando “Hare Krishna” por las calles de Caracas.
Shiva, es el responsable de destruir y reconstruir, también se le representa con una sola cabeza, cuatro brazos, tres ojos y es común verlo danzando, victorioso, sobre los espíritus del mal. Shiva parece ser el dios adecuado para la Venezuela que viene y lo comentamos de seguida.
Para reconstruir, Shiva va a tener primero que destruir dos cosas. La primera, hacer desaparecer del poder al régimen de Maduro y sus cómplices y, la segunda, terminar con los grupos irregulares que existen incluyendo cubanos, iraníes, guerrilleros, colectivos y otras bandas criminales.
Dicen que Shiva es astuto por lo que ya tiene unos barcos preparados en el mar Caribe. Comentan que tiene grupos de patriotas movilizados y hasta militares encendidos y con ganas de terminar la pesadilla. Tiene también a millones de ciudadanos “ligándola” y listos para actuar cuando surja un definitorio. Shiva tiene tres ojos así que sabe “ponerla” donde va. Solo tiene que inspirarle a Guaidó, el momento adecuado para actuar. Nunca ha fallado.
Después de eso comienza la fiesta de la reconstrucción. El Plan País está bastante completo, petróleo, gas, agricultura, electricidad, seguridad, préstamos, salud, educación y un gran etc, y solo espera por la bandera de largada. Nada fácil, muchos obstáculos, pero ese es el camino.
Shiva no está solo y tiene un ejército que le ayuda en todos sus planes. Este ejército lo comanda su propio hijo, un dios fácil de reconocer pues dice el cuento que por accidente Shiva le cortó la cabeza al hijo y del mollejero que le formó Parvati (la esposa) la repuso con la primera cabeza que encontró que resulto ser la de un elefante. Ganesha es su nombre, el removedor de los obstáculos, y es uno de los dioses más queridos y populares del hinduismo.
Ciertamente, más allá de la animosa ilusión de la ayuda divina, está la férrea voluntad de los líderes y ciudadanos para terminar con la peste roja. La ayuda internacional está presente y no parece casualidad que el símbolo de los republicanos sea también un elefante. De lo que, si estamos seguros, es que el espíritu reconstructor del venezolano, fuerte como el de Shiva, se hará presente en cuanto se abran las puertas de la libertad.
Nada nos detendrá en el propósito de tener un País decente. Después de veinte años de aprendizaje sangriento, mucho nos cuidaremos de anteponer el dinero a la virtud.
Eugenio Montoro / montoroe@yahoo.es