Las sanciones occidentales impuestas en 2014 a Rusia por su papel en el conflicto en Ucrania, junto a la caída del precio del petróleo y un rublo por los suelos sumergieron al país en una recesión. Ahora el coronavirus, en combinación una vez más con el crudo, pone de nuevo en jaque a la economía rusa.
En 2015 el producto interior bruto (PIB) ruso se contrajo un 2 %. Según el presidente ruso, Vladímir Putin, Rusia perdió 50.000 millones de dólares por las sanciones internacionales.
Pero un estudio hecho en 2016 para el diario ruso Védemosti situaba en 600.000 millones el daño a la economía rusa entre 2014 y 2017, teniendo en cuenta no solo las sanciones, sino también el desplome del precio del crudo entonces.
Ahora, cinco años después, el coronavirus, junto -otra vez- con la caída del precio del crudo y las sanciones aún en vigor, amenaza con hacer caer un 5 % el PIB ruso, según los cálculos del Gobierno.
LA MAYOR CAÍDA DEL PIB PREVISTA DESDE 2009
En Rusia, donde la economía se recuperó solo tímidamente en los últimos años, ello supondría la mayor caída desde la crisis financiera de 2009, cuando la economía rusa retrocedió un 7,8 %.
No hay duda de que para los rusos el ejercicio va a ser duro: el desempleo subirá este año del 4,6 % al 5,7 %, la tasa más alta desde 2011, y los ingresos reales disponibles caerán un 3,8 % este año, según las estimaciones preliminares del Gobierno.
Y, según el defensor de los empresarios, Borís Titov, hasta el 67 % de las empresas individuales, pequeñas, medianas y grandes se ha visto afectado por la pandemia.
Yulia Alxnitis es autónoma y trabaja como agente turístico. Para ella actualmente «no es posible sobrevivir sin asumir grandes pérdidas». Y es que todo se ha paralizado: los vuelos, las reservas y el modo de subsistencia de muchos empresarios del sector.
Esta empresaria no tiene que pagar el alquiler de un local ni salarios a los empleados, pero no considera que el apoyo del Estado sea suficiente, ya que como autónoma está «obligada a pagar los impuestos independientemente de las ganancias», según dijo a Efe.
El presidente ruso se ha limitado a dirigir la lucha contra la COVID-19 por videconferencia desde su residencia en las afueras de Moscú y a dar órdenes al Gobierno. Ha estado presente, en modo «padre de la nación», pero detrás de la trinchera.
«Este modelo funciona en tiempos de crecimiento económico y euforia patriótica», pero no en tiempos de crisis, señaló a Efe Andréi Kolésnikov, del Centro Carnegie de Moscú.
Para hacer frente a la pandemia de la COVID-19, Putin decretó medidas de apoyo a los ciudadanos y a las empresas por valor de 3,3 billones de rublos (46.348 millones de dólares) hasta el momento.
AYUDAS «INSUFICIENTES»
«Es absolutamente insuficiente» la respuesta del Estado, afirma Kolésnikov.
Entre otras medidas, Putin impulsó pequeñas ayudas para familias con niños pequeños, un aplazamiento del pago de los préstamos al consumidor e hipotecarios y una suspensión del pago de los impuestos -menos del IVA- para las pymes y microempresas.
Pero al decretar a finales de marzo seis semanas de vacaciones obligatorias retribuidas para todos los rusos a fin de frenar la propagación del coronavirus, muchas empresas han sufrido. Tuvieron que cerrar sus negocios pero a la vez seguir pagando los salarios a sus trabajadores.
Finalmente Putin decidió en una segunda ronda de medidas ayudar a las empresas a hacer frente a este reto con un salario mínimo por empleado y mes (170 dólares), pero a cambio tenían que mantener al menos el 90 % de la plantilla, para muchos una exigencia titánica.
«El sistema de capitalismo de Estado significa grandes empresas y nunca se ha prestado atención a las pymes (…)», dice Kolésnikov.
El Gobierno ha creado una lista de empresas esenciales para el funcionamiento de la economía rusa -grandes compañías-, y ha prometido subsidios y otras ayudas a las aerolíneas, los aeropuertos y al sector automovilístico.
Pero ¿qué pasa con los autónomos y el pequeño empresario vinculado a estas y otras industrias congeladas por el coronavirus?
«Los gastos de la cuenta bancaria y otras herramientas de trabajo se mantienen y el Estado solo compensa dos meses de baja y la compensación equivale al salario mínimo. Esto no cubre ni siquiera los impuestos», afirma la agente turístico Alxnitis.
PLAN DE RECUPERACIÓN
Para reactivar la economía, Putin evaluará el próximo lunes el plan de recuperación de la economía que encargó al Gobierno y que, según el diario Védemosti ascenderá a un total de 8 billones de rublos (112.557 millones de dólares) para 2020-2021.
No ha querido tocar por ahora el Fondo Nacional de Bienestar, una hucha de 12,2 billones de rublos (152.000 millones de dólares) de la que puede echar mano en caso de necesidad.
En el plan de acción del Ejecutivo ruso prevé, a día de hoy, la vuelta a un crecimiento económico del 2,8 % en 2021.
El programa, con unas 500 medidas de actuación en diversas áreas, tendrá en cuenta que la economía rusa poco a poco se va reactivando en las regiones desde que Putin declarara el pasado día 11 el fin de las vacaciones obligatorias.
El Gobierno asegura que la actividad económica en Rusia ha recuperado ya el 79 % del nivel previo a la crisis del coronavirus.
Pero para muchos empresarios hay incertidumbre acerca de cuándo podrán reabrir sus negocios.
«A falta de fechas no podemos ni planificar nada», afirma a Efe Artur Galaichuk, fundador del negocio de restauración ReLab Family. Los restaurantes y cafeterías tuvieron que cerrar debido a la pandemia y solo han podido apoyarse en el reparto a domicilio.
«La incertidumbre crea muchos problemas porque a algunos igual les vendría incluso mejor cerrar ahora su negocio definitivamente que conservar a la plantilla, esperar y pagar deudas», sostiene.
EFE