ENTÉRATE Y SÚMATE| Se busca un empujador. Por Antonio Urdaneta (@UrdanetaAguirre)

Alguna razón tienen quienes opinan, incluso con ciertas precisiones, que la dictadura militar nazicomunista de Venezuela acusa serios signos de desesperación, dado su empeño de arriesgarlo todo en una sola jugada. Desde este punto de vista se les puede atribuir un mínimo de credibilidad a ese tipo de enfoque.

En efecto, es público, notorio y comunicacional la arremetida del régimen desde el mes de diciembre de 2019, cuando echó a caminar, con toda la celeridad posible, la llamada e inescrupulosamente bien promocionada “operación alacrán”, orientada ésta a terminar de invalidar la Asamblea Nacional. Se supone que el reparto de dólares, probablemente de oscura procedencia, sí fue una realidad. Sí, más de veinte Diputados que cerraron filas en los partidos democráticos de oposición “saltaron la talanquera”.

Esos legisladores, traidores a su patria y a su pueblo, se pusieron al servicio de la dictadura. El 5 de enero de 2020 asaltaron el Capitolio Nacional; con el apoyo de las bayonetas y los fusiles militares designaron una espuria directiva del Parlamento y, de inmediato, se arrimaron al también ilegítimo Tribunal Supremo de Justicia, órgano usurpador éste que más tarde avaló el asalto al Poder Legislativo, repitiéndose así el bochornoso hecho similar, ocurrido en 1848, bajo la autoría del entonces Presidente de la República, José Tadeo Monagas.

Desde el 5 de enero a estas alturas del año, ha ocurrido de todo en la misma dirección. Las arbitrariedades de la dictadura continúan, con la complicidad criminal del resto de los poderes e instituciones secuestradas. Basta señalar algunos hechos para recordar los otros. La acusación oficialista que declara a Voluntad Popular como un partido político terrorista, la destitución de las Juntas Directivas Nacionales de los partidos Acción Democrática y Primero Justicia, y la amenaza que pesa sobre Un Nuevo Tiempo en similar sentido, son acontecimientos que varios analistas los consideran como señales que evidencian la desesperación de los gobernantes forajidos, cuando intuyen que se acerca el final de sus fechorías.

Comparto poco esa tesis, pero de ser cierto, el régimen estaría en las condiciones de debilidad que ha presentado otras veces. En este caso –ayer como hoy– sólo faltaría un pequeño empujón para terminar de caer. Como siempre ha faltado un “cuatriboleado” que se atreva, entonces es necesario saturar al país de afiches, en los cuales se exprese la necesidad requerida: “Se busca un empujador”.

 

Antonio Urdaneta / urdaneta.antonio@gmail.com / @UrdanetaAguirre

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