Unos espetan que el hidrocarburo importado es de mala calidad, otros solo atribuyen los inconvenientes al octanaje, pero hasta ahora no hay un estudio ni datos oficiales que confirmen o desestimen estas teorías.
Incluso, funcionarios de la Guardia Nacional -quienes desde el inicio de la cuarentena fueron designados por el gobierno para liderar el proceso de distribución de la gasolina- evitan responder cuando en las estaciones de servicio se les pregunta por el tipo de combustible que se surte.
Rafael Peña es transportista en el estado Vargas. Después de dos meses sin abastecerse de gasolina, porque en la entidad se le dio poca prioridad al sector durante el confinamiento, pudo hacerlo con el nuevo esquema de distribución. Sin embargo, cuando se disponía a trabajar comenzaron las fallas en la unidad de transporte.
«El carro estaba como ahogado. Se apagaba y hacía sonidos raros. Cuando lo revisé a ver si eran fallas de la caja o alguna otra pieza no encontré nada», detalla. Peña cuenta que aún con el ruido comenzó a trabajar, pues tenía dos meses aproximadamente sin poder hacerlo y no había tiempo que perder.
El conductor cuenta que en la primera semana el autobús se le apagaba de forma frecuente y el sonido de leves explosiones persistía. No obstante, en la segunda semana de distribución de la gasolina iraní los inconvenientes que había tenido con la unidad de 24 puestos fueron reduciéndose hasta desaparecer. Peña cree que el combustible importado es de alto octanaje, pero que el autobús logró adaptarse.
Por su parte, Luisa Bello cuenta a TalCual que el problema con su vehículo surgió dos días después que se abasteció de combustible, pues tras llenar su tanque fue a su casa y no había vuelto a usar su carro.
«Me quedé accidentada. El carro comenzó apagándose, estaba como ahogado y luego solo se apagó y no prendió más. Tuve que llamar a mi esposo para que me auxiliara», relata.
El mecánico aseguró que la falla se presentó por la gasolina. Asimismo, detalla que tuvieron que hacerle mantenimiento a los inyectores además de tener que cambiarle los filtros de gasolina.
Bello asegura que desde entonces ha preferido usar con menos frecuencia su carro. Devela que en su familia en el único automóvil que falló, pues sus padres pudieron abastecerse y hasta ahora no se han presentado fallas en el suyo.
Puras suposiciones
«No hay pruebas concretas de que la gasolina ha causado daños en los carros», asegura el economista y experto petrolero José Toro Hardy. El experto dice no estar seguro del tipo de gasolina que se importó desde Irán, y aclara que para saber las verdaderas características del combustible habría que hacer un análisis químico de ese producto y hasta ahora no se ha hecho.
Hardy refiere a fuentes extraoficiales para seguir la tesis de que probablemente al país llegó gasolina de alto octanaje, que es posible que con ella se haya rendido gasolina «cruda» que estaba almacenada en algunas de las refinerías del país.
«No creo que la gasolina que trajeron de Irán es de mala calidad. Yo lo que sí creo es que la mezclaron con gasolina cruda que no se había procesado por falta de aditivos. Quizá hicieron una mezcla no adecuada. Esta pudiera ser una de las razones por las que la gasolina no pudiera ser de la misma calidad, pero todo es hipotético», agrega.
Toro Hardy precisa que daños al motor y los anillos son otros daños que pudieran presentarse en un automóvil que habría sido surtido con gasolina de deficiente calidad.
Recuerda que Venezuela fue tradicionalmente un gran exportador de gasolina y que incluso todo el Caribe se movía fundamentalmente con gasolina venezolana. Precisa que en su momento más del 10% del mercado interno de gasolina de Estados Unidos (EEUU) era controlado por Citgo.
Pero esa Venezuela de bonanza citada por el experto solo se ha convertido en un recuerdo. El economista señala que en la actualidad ninguna de las refinerías que produce gasolina está operativa, básicamente porque nuestra producción petrolera ha caído dramáticamente y por ende tampoco producen los aditivos para alcanzar derivados del crudo.
Sobre la información que trascendió respecto a la supuesta importación de aditivos para producir gasolina en la nación, Toro Hardy asevera que nuestro parque petrolero no está en capacidad de hacer combustible, aún con la asesoría de técnicos iraníes.
«Dudo que lo logren poner a producir nuestras refinerías a capacidad porque su tecnología es diferente. Aunque Irán llegó a ser el segundo mayor refinador en el mundo en algún momento, no tiene la tecnología adecuada a nuestras refinerías que son de tecnologías mucho más exigentes. Mandaron algunos técnicos y repuestos pero las refinerías no se reparan con parchos», matiza.
No es que la gasolina llegó mala
Con la postura de Toro Hardy coincide el ingeniero petrolero José Miguel Farías, quien dice que sería irresponsable afirmar sobre una base no representativa a nivel estadístico que los problemas a nivel automotor o el comportamiento de algunos vehículos sea por el suministro de la gasolina iraní.
Para Farías la gasolina importada no sería el problema, opina que el asunto en todo caso sería que los automóviles locales no están adaptados a combustibles que se producen en el exterior.
«Es bueno aclarar que no es la gasolina de Irán que viene mala, simplemente es una gasolina distinta. De hecho, la de 87 no tiene problemas, en México por ejemplo, la gasolina premium es 91 y la no premium es 87, pero la diferencia es que el parque automotor está desarrollado y adaptado a esa gasolina. En cambio en Venezuela los vehículos están adaptados a gasolina de 91 y 95 octanos» dice.
Para Farías la falta de datos oficiales es un caldo de cultivo a las especulaciones. Recuerda que fuentes extraoficiales señalaron que la gasolina que llegó de Irán tiene un octanaje de 115. Al igual que Hardy, también señala que la información que maneja es que el combustible fue tratado con gasolina cruda y nafta catalítica para bajar el octanaje a 87.
Asegura que un vehículo podría presentar fallas cuando es surtido con gasolina con un octanaje superior o inferior al que se debe usar, aunque enfatiza que cuando la gasolina es de menor octanaje hay más posibilidades de que el carro no funcione de forma óptima. Es insistente en señalar que no se puede afirmar que por la gasolina ocurren fallas tan serias como incendios de automóviles.
«Hay otras causas. Por ejemplo, que los carros hayan estado dos o tres meses parados. Luego de reactivarse es normal que se presenten problemas y estos no necesariamente está asociados a la gasolina. Otro puede ser que los tanques de las gasolineras, por estar mucho tiempo sin combustible, pudieron haberse humedecido y eso podría generar algún tipo de afección a nivel de composición en la gasolina», expone.
De acuerdo a lo señalado por ambos expertos de ser la gasolina iraní de 115 octanos habría que trabajarla hasta que quede en los niveles usados en el país. Tanto Hardy como Farías destacan que el petróleo iraní es más liviano, tiene menos azufre y residuos metálicos, por lo que es más fácil alcanzar productos derivados a partir de este crudo. El obstáculo más grande es la paralización de las plantas refinadoras del país.
Sobre si los carros más antiguos están más propensos a sufrir fallas, José Miguel Farías destaca que en este caso serían una suma de factores que afectarían al vehículo. Detalla que el parque automotor del país no está actualizado (por encima de 15 años), por lo que es muy costoso y complejo realizar el mantenimiento adecuado a los autos. «La gente no tiene plata para cambiar o comprar los repuestos de sus vehículos o mantenerlos al día. Si así fuera, capaz no tuvieran problemas», concluye.
Tal Cual