Dentro de los esfuerzos por conocer más sobre el surgimiento del coronavirus que provoca la COVID-19, que ya ha dejado ya más de 503.000 muertos y más de 10,1 millones de casos diagnosticados en todo el mundo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) desplazará hasta China a un equipo de científicos que estudiaran la aparición del patógeno en territorio chino. La versión oficial y extendida indica que el origen del virus causante de la grave pandemia que asola actualmente al planeta está en un mercado de alimentos y productos animales frescos de Wuhan, capital de la provincia de Hubei, en la parte oriental de la nación asiática.
La OMS enviará un equipo a China la semana próxima en el marco del estudio que se lleva haciendo desde hace tiempo sobre la aparición del coronavirus para conocer más detalles en profundidad, según anunció su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus. La agencia especializada en sanidad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) ha estado desde el mes de mayo presionando a las autoridades chinas para que permitan el desplazamiento de un equipo investigador al foco de la pandemia de cara a conocer más sobre el origen animal del nuevo coronavirus que está afectando seriamente a la salud mundial. «Conocer el origen del virus es muy muy importante», señaló Tedros Adhanom Ghebreyesus durante una conferencia de prensa telemática llevada a cabo esta jornada pasada de lunes. «Podemos combatir mejor el virus si conocemos todo acerca de él, incluido su origen», agregó, antes de anunciar que se enviará “un equipo la próxima semana a China para preparar lo que esperamos que nos lleve a entender cómo empezó el virus». El director general de la OMS no especificó la composición del equipo ni más detalles sobre la expedición que pondrá rumbo al gigante asiático.
La comunidad científica trabaja sobre la base de que el coronavirus se transmitió de un animal al hombre, y que surgió en China a finales del pasado año, en diciembre de 2019, en el mercado de la ciudad de Wuhan, dedicado a la venta de marisco y animales frescos como comida, dentro de la categoría de los conocidos como mercados húmedos, muy generalizados en China y que pueden ser peligrosos focos de contagio por virus al no estar tratados ni conservados los productos de una manera adecuada, como señalan diversos expertos; un escenario conjunto de animales vivos y muertos y una gran afluencia de personas que puede ser el caldo de cultivo perfecto para la transmisión de virus y bacterias diversas. En el caso de Wuhan, se ha valorado que el patógeno pudo pasar de un murciélago a un pangolín y de ahí saltar a un cuerpo humano, lo cual ya desencadenó la posterior propagación del virus entrando cada vez en un mayor número de personas dado el alto grado de contagio de este nuevo coronavirus. De ahí a que saliese de las fronteras chinas era cuestión de tiempo, lo que se empezó a dar con el desplazamiento internacional de personas continuo, muy característico de la era global en la que vivimos.
China sufrió el primer duro impacto y luego fueron países como España o Italia los que vieron cómo llegaron a tener un alto número de afectados dentro de sus territorios. Prácticamente no ha habido parte del mundo que no se haya visto tocada por la crisis sanitaria y ahora hay naciones que está padeciendo duramente el golpe, como Estados Unidos o Brasil, donde hay una gran densidad de población y mayor probabilidad de contagio.
Tras la irrupción del coronavirus, gobiernos de todo el planeta impusieron medidas de protección dictadas por las autoridades sanitarias, según las recomendaciones de organismos como la propia OMS. Se generalizó el uso de mascarillas, para tratar de no difundir fluidos que puedan contener el virus, y productos para la piel y las manos, como geles hidroalcohólicos, para erradicar el virus en el caso de que se hubiese entrado en contacto con él en alguna superficie y evitar así llevarlo a alguna zona de la cara o vías respiratorias a través de las cuales puede ser adquirido; además de las ya consabidas medidas de confinamiento y distanciamiento social que estuvieron encaminadas a evitar en la medida de lo posible los contactos entre humanos para cortar vías de contagio y proliferación del patógeno. El confinamiento se ha ido relajando en los últimos tiempos habida cuenta de que hay un mayor control de los casos y de la normalización de la situación en muchos centros hospitalarios, después de que se tengan más datos y conocimiento sobre el virus y tras unos primeros momentos de caos y desborde; pero el distanciamiento social sigue siendo más que recomendado en el día a día cotidiano al salir a la calle y relacionarse unos con otros.
Y es que no hay que bajar la guardia, ya que la guerra todavía no está ganada ni mucho menos. El propio Tedros Adhanom Ghebreyesus ha indicado en las últimas horas que la crisis sanitaria de la COVID-19 ni siquiera está cerca de acabarse. «Todos queremos que esto termine. Todos queremos seguir con nuestras vidas. Pero la dura realidad es que esto ni siquiera está cerca de terminar. Aunque muchos países han progresado a nivel mundial, la pandemia en realidad se está acelerando», manifestó el dirigente e inmunólogo etíope.
Atalayar