La crisis económica que ha ocasionado el coronavirus a nivel mundial afecta a todos. Desde grandes empresas hasta pequeños comerciantes, todos han sido tocados por una pandemia que no estaba en los planes de nadie; sin embargo, hay un sector en Venezuela que sufre de manera especial los embates generados por la COVID-19: los pacientes crónicos.
Según reportan los enfermos consultados, el alto obligatorio en el que se han visto inmersas las economías mundiales deja a los pacientes sin remesas lo que se traduce en ausencia de dinero para poder comprar medicamentos.
Freddy Santana, hombre residenciado en la Piedad Sur de Cabudare, cuenta con tristeza cómo, desde hace casi dos meses, no toma sus medicamentos pues su hija, que está residenciada en Madrid, no ha trabajado desde hace más de tres meses lo que le imposibilita ayudar a su padre.
«La caja de Losartán, que es una de las cinco pastillas que toma, cuesta un millón 250 mil bolívares y la pensión son 400 mil bolívares. Ni sumando los 300 mil del bono de guerra puedo comprar las pastillas», decía el señor Santana.
Además de las pocas remesas que están llegando, la suspensión de envíos limita a muchos enfermos. Desde mediados del año 2016 la Federación Farmacéutica Venezolana (Fefarven) ha denunciado la ausencia del 85% de medicamentos en los anaqueles. Esta situación no ha mejorado, lo que hace que sea imposible para muchos conseguir sus tratamientos en farmacia.
«Hay medicina para la diabetes que aquí no están y que mi hija la manda. Tomo unas aspirinas para el corazón que no se consiguen en ninguna parte y que mi hija las mandaba, pero en medio de esta situación, tengo que aprender a ver cómo hago y buscar alternativas», dice Santana.
Los enfermos están preocupados por la crisis, pues no saben cuánto tiempo durará la cuarentena. «No todo lo que mata es coronavirus», es una de las reflexiones que hacen las personas dependientes de remesas.
La Prensa de Lara