La vida es compleja, difícil y llamativa. También es bonita, digna y esplendorosa. Para ganarle a la vida se necesita planes y orden, mas una compañera que te ayude en tus conquistas, incluyendo el tenerla a ella siempre. Dicho esto, es útil recordar a los 90 años los mejores contextos de tu existencia para contar y buscar agradar con humildad y gentileza. Si a eso agregamos lo que piensan de ti los demás, por cercanos que ellos sean, la autenticidad vale como comodín de encanto y manto.
Como han dejado escrito los sociólogos, filósofos y maestros, la regla de oro y el resumen mínimo de vida del hombre lleva consigo el trío mágico del Libro de Mantilla de Alejandro Fuenmayor, cual es: sembrar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Ante esto, origen de nuestro camino, y después de sembrar varios árboles de mango en nuestra casa de la Av. 13 de Maracaibo; escribir un libro titulado “Reflexiones después de los 50” (compilación de los mejores artículos de los hasta ese momento 20 años de publicación de nuestra columna semanal) y tener cinco hijos agradables y sencillos, les presentamos, de forma que no es la más ortodoxa, con espíritu ingenuo y sentimiento sano y modesto, lo que piensan un entrañable amigo y un yerno, y amigo, sobre la vida en sociedad y de trabajo de esta familia. La medición la dejamos a la nobleza de quienes nos conocen. De todas formas, algo queda de las debilidades ocasionales del hombre y de lo que él escribe.
En ambos casos, recogemos sus palabras en ocasión de la presentación de nuestro ya mencionado libro. En primer lugar, nuestro entrañable amigo Frank Arreaza, nos decía: “A manera de prólogo: las páginas que siguen recogen los mensajes que, a través de la prensa local, envía a sus conciudadanos de la Región Nor-Oriental y del país un hombre consciente de las dificultades que encierra la condición de dirigente en cualquier plano de la vida social. Ese hombre se llama Luis Acosta Hernández.
Nacido en Maracaibo, en el otro costado de la patria; formado en la dura brega del quehacer diario y en el cultivo incesante de su clara inteligencia, ha logrado esas raras posiciones rectoras que no dependen de posiciones políticas o económicas ajenas, sino del respeto, el asentimiento y el afecto que le profesan quienes le conocen.
Radicado en Puerto La Cruz desde hace ya más de siete años, después de una larga estancia en Cumaná, donde también goza del aprecio general, Luis Acosta ha considerado su deber hacer oír su voz en el tratamiento y enfoque de diferentes aspectos y problemas de la vida nacional, regional y local, con el sostenido propósito de contribuir a acertar en la obtención de las mejores soluciones y, sobre todo, con el deseo de orientar a sus lectores en la inacabable tarea de ir perfeccionando diariamente nuestra Democracia, la cual, como tantas veces se ha dicho, es, más que un sistema de gobierno, una forma de vida que requiere la presencia participativa de verdaderos ciudadanos conscientes no solamente de la amplitud de sus derechos sino también de la severidad de sus deberes.
En la oportunidad en que Luis nos anunció la celebración, un tanto atrasada, de su arribo al medio siglo de vida, atalaya estupenda para mirar el camino recorrido y, una vez comprobada la rectitud del mismo, tender la vista hacia el porvenir, un grupo de amigos resolvimos recoger en un volumen el conjunto de artículos publicados por él en los últimos meses, con el doble propósito de enaltecer al amigo fraterno y de hacer más perdurable su mensaje, pues estamos convencidos de que este no se agota en la lectura volandera del periódico, sino que puede y debe merecer la acogida y meditación del lector de libros. Su estilo, aunque sin pretensiones literarias, es elegante y conciso; los temas tratados, de permanente actualidad.
Sea propicia la oportunidad para desear a Luis, a su esposa Carmen, que ha sido para él baluarte de apoyo y comprensión constantes, a sus hijos y nietos, que el Todopoderoso les siga acompañando con su bendición y que conserve siempre el corazón limpio de egoísmo y de maldad.
Puerto La Cruz, Octubre de 1981. Francisco Arreaza Arreaza.” (Sic)
En segundo término, mi querido yerno y amigo Pancho Núñez agregaba: “Hemos logrado, un grupo de amigos, condensar en este pequeño libro una recopilación de las Reflexiones realizadas por Don Luis, en el lapso comprendido desde el año 1979 hasta el presente. Todos estos artículos nos demuestran su permanente inquietud por la escritura, afianzándola después de los cincuenta años.
Quizás por mi doble condición, he podido muchas veces criticarlo y otras elogiarlo en el análisis de sus columnas aun sabiéndonos inspiradores y animadores de las mismas.
Don Luis muestra en todas ellas su habilidad y conocimiento político, profesionalismo, sentido comunitario y preocupación social. Aunque algunas veces denota parcialidad e intransigencia en sus planteamientos, su mayor satisfacción es inquietar a la discusión e interpretación de sus reflexiones.
Es alentador para nosotros que en esta etapa de su vida, el logre consolidar una columna de interesante actualidad la cual no señala particularidades sino que es el resultado y conclusión de conversaciones sostenidas en su núcleo familiar y universo de amigos, plasmándolas luego para la consideración del resto de la opinión pública.
Es indudable que el efecto principal que nos induce a brindarle este sencillo reconocimiento es la arraigada admiración y respeto que sentimos por Don Luis, por su calidad de hombre humano, capaz y feliz. Por su incansable práctica de buen hijo, hermano y padre. Por su amor y apego a la vida y a todo lo que constituye enaltecimiento y justificación de la amistad.
Por todo esto, ya antes se lo he comentado, el es de los hombres que cada día enseña con sus gestos e intenciones, motiva con sus sueños y emociones, y permanece por sus condiciones y acciones.
Ahora se lo queremos repetir: Es usted de los hombres que tienen derecho a vivir cien años.
Francisco Nuñez B.” (Sic)
Agradeciendo siempre esas cariñosas palabras, aprovecho para agradecer y enaltecer la labor irremplazable de los “cabeza de familia”: ¡Felicitaciones a los padres nuestros y del mundo en el Día del Padre!
Luis Acosta