El virólogo Andrea Crisanti, director del laboratorio de microbiología en la Universidad de Padua, ha quedado en el centro dela escena por ser el principal responsable de lograr frenar inicialmente la pandemia en Véneto, una de las dos regiones donde el virus estalló fuertemente en Italia.
Mientras el COVID-19 hizo estragos en Lombardía, con un total de casi 17.000 muertos, en Véneto ha habido 2.000. Por este motivo Crisanti, de 65 años, se ha ganado una cataratas de elogios en su país y el resto de Europa.
Pero más allá de este logro, el médico también ganó notoriedad tras desafiar a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Desde el inicio de la pandemia aseguró que la clave era ignorar las directrices de la organización cuando indicaba que solo se debía hacer pruebas a las personas que presentaban síntomas o venían de China.
“La OMS es una carroza elefantina llena de burócratas y alejada de los problemas y de la ciencia”, indicó en una entrevista al diario español La Vanguardia, y agregó: “Dejaría en Ginebra a un puñado de personas (donde funciona la OMS). Es una estructura descomunal, costosísima, y para mantenerse necesita tanto de donantes privados como de la industria farmacéutica, algo completamente inaceptable”.
Un mes antes de que el coronavirus estallara en Italia el 21 de febrero, su laboratorio en Padua desarrolló un test para detectarlo y obtuvo suficiente material como para hacer 500.000 muestras. Sin embargo, las autoridades del Véneto en ese momento le negaron el permiso para hacer pruebas a estudiantes que volvían de las celebraciones del Año Nuevo Chino.
Mientras el virus se extendió rápidamente entre la densa población de Lombardía, el gobernador del Véneto, el liguista Luca Zaia, aconsejado por un grupo de expertos entre los que se encontraba Crisanti, decidió desestimar las recomendaciones del Gobierno central en Roma y permitió hacer pruebas a todos los residentes de Vo’Euganeo.
Todos los 3.000 habitantes tuvieron que someterse a las pruebas. Los resultados dijeron que un 3 por ciento de la población estaba infectada, aunque la mayoría de ellos no presentaba ningún síntoma.
“Ahora el Gobierno italiano lo está haciendo bien controlando los nuevos focos porque están exportando el modelo que permitió extinguir el foco de Vo: hacer pruebas a todos, a los contactos, a los familiares, a los compañeros de trabajo de las personas afectadas”, dice Crisanti.
“Lo más inteligente y lo que recomiendo a las autoridades es hacer pequeñas zonas rojas en barrios, edificios o pueblos pequeños para cerrar las áreas más afectadas. Es cierto que Vo es un pueblo pequeño, pero al principio todos los focos son pequeños, lo importante es llegar antes de que se convierta en una epidemia”, cerró.
El Día