Su sueño de velocidad le costó la vida a Jessi Combs. A casi un año de la trágica prueba en la que falleció, la estadounidense se convirtió oficialmente la mujer más rápida del planeta, tal cual anhelaba, a partir del reconocimiento del Libro de los Guinness World Récords, que recién ahora avaló su escalofriante marca de 841,33 km/h.
El 27 de agosto de 2019, Jessi Combs, de 39 años y una vida dedicada a la mecánica y la velocidad, intentó batir el récord de velocidad en tierra a bordo de un vehículo que ella misma había fabricado junto a su equipo. Pero murió al producirse una falla mecánica en aquel cohete mientras viajaba a 885 km/h. Si bien la telemetría del prototipo marcó esa velocidad como la máxima alcanzada aquel día, los organizadores tuvieron en cuenta una medición previa al momento del accidente fatal, de 841,33 km/h, y allí quedó oficialmente establecido el récord soñado de Combs.
Poco importa ya que las investigaciones posteriores han determinado que “un objeto contundente del desierto” (¿una roca?) impactó en el tren delantero del cohete y eso desató la falla mecánica y el terrible accidente posterior. A más de 800 km/h, cualquier falla mínima es inexorablemente el final y Combs por supuesto lo sabía. De acuerdo con un posteo propio antes de la prueba, la meta final era incluso superar las 600 mph, el equivalente a 965 km/h.
“Se despertó esa mañana con una alarma que decía ‘hagamos historia’ y tuvimos un día absolutamente increíble. En la carrera de la mañana, rompió sus velocidades máximas anteriores, volvimos al remolque y tuvimos una corazonada: había algunas cosas que nos incomodaban por seguridad y le dije que la apoyaría sin importar lo que decidiera. Esa tarde reservamos una casa en el Lago Tohoe para la noche siguiente, y decidió que iba a correr esa última tarde para hacer una copia de seguridad de su registro, para dejarlo para siempre”, recuerda su pareja, Terry Madden.
Lo que Combs buscaba aquella tarde fatídica era nada menos que convertirse en la mujer más rápida del planeta, y para ello debía romper el registro que poseía Kitty O’Neil desde 1976, cuando alcanzó los 821,908 km/h en la misma zona del desierto de Alvord, en Oregon. La popular estadounidense ya había llegado a los 777 km/h años antes, pero aspiraba a ser la primera mujer en más de 40 años en romper aquella marca que parecía inalcanzable.
Luego del reconocimiento póstumo para Combs por parte del Libro Guinness, su pareja aprovechó para desmentir que el accidente hubiera sido por un fallo humano. “No había nada que ella pudiera hacer e hizo todo perfecto. Yo estaba en el coche de seguridad al lado, y ya estaba disminuyendo la velocidad cuando ocurrió el accidente. Lo vi en directo, así como las imágenes a bordo que se recuperaron. Puedo decir al 100% sin ninguna duda que ella hizo todo exactamente como se suponía que debía hacerlo”, defendió.
Combs era una hábil constructora y fabricante, de hecho había diseñado el vehículo a reacción con 52.000 caballos de fuerza con el que intentaba lograr el récord; pero también se había transformado en una celebridad habitué de algunos programas de televisión populares en Estados Unidos, como Overhaulin y All Girls Garage, e incluso a veces oficiaba de presentadora en otros. Desde ahora será recordada, finalmente, como lo que siempre quiso: “la mujer más veloz del planeta”.
Infobae