En Venezuela van tres años consecutivos en el que ha bajado la tasa de homicidios o muertes violentas. Obviamente, el régimen lo vende como una victoria, pero la realidad es que mientras no se tenga acceso a número o fuentes oficiales esas cifras están en tela de juicio.
Ahora bien, la principal razón de la disminución de los índices en muertes violentas se debe a dos cosas fundamentales: migración y la FAES.
En los últimos años, cinco millones de venezolanos han dejado el territorio venezolano. 90% de las personas que han migrado son de buena voluntad, pero también migran personas que no tienen la intención de trabajar, sino de buscarle los puntos débiles a cada sistema, es decir, la destrucción propia de la economía venezolana ha hecho que muchos delincuentes también migren.
En cuanto a la FAES, este cuerpo de seguridad ha sido denunciado por la comisionada Michelle Bachelet como un grupo de exterminio, es responsable de casi 14,5 muertes por armas de fuego diariamente, eso está alejado de cualquier política de seguridad y prevención, básicamente se utiliza el brazo armado del Estado para acabar con los delincuentes.
Ahora bien, existe un dato no medible en la sociedad venezolana a medida que disminuyen las muertes violentas aumenta el crimen organizado, entonces pareciera que existiera un permiso o un silencio cómplice por parte del Estado para la creación de organizaciones delictivas que operan en la extorsión, cobro de vacunas, robo de carros, bachaqueo de gasolina, entre otras actividades ilícitas.
Sin embargo, no solo aumenta el crimen organizado. En el último mes hemos visto cómo ha aumentado el robo a casas y a carros, pareciera que el flagelo que se conocía como “rateros” en los años 90 está regresando especialmente al Zulia. Sus objetivos principales baterías y cauchos de vehículos, bombas de agua, antenas de internet, entre otros objetos.
¿Por qué aparece nuevamente este flagelo? Sencillo, 20 mil zulianos han perdido sus trabajos por efectos de la COVID-19 y de las medidas radicales e improvisadas de Nicolás Maduro, además la economía tiene años detenida por las políticas erradas de este régimen. Sin poder trabajar, sin ahorros, sin poder cruzar las fronteras y sin un programa social de asistencia por parte del Estado, los ciudadanos en su desespero por buscar resolver algo para sus familias, muchos lamentablemente toman la decisión de robar lo que puedan encontrar para luego poder revenderlo.
A mi juicio, la sensación de seguridad que vivimos en Venezuela no es más que un espejismo e ilusión de los ciudadanos. No estamos más seguros. El temor a los delincuentes nos obliga a encerrarnos en nuestras casas antes de que se oculte el sol, la mayoría de las personas han reforzado rejas, puertas y ventanas para evitar el ingreso de delincuentes, a las baterías de los vehículos les colocan candados y cualquier otra medida de protección que sirva para resguardarse y evitar ser una víctima más.
La inseguridad es una de las problemáticas graves en Venezuela, durante 20 años hemos visto cómo el Estado ha mutado a un estado delincuencial, es decir, el Estado es el actor principal de las actividades delictivas que se realizan en nuestro territorio.
Con la conquista de la libertad, que cada día está más cerca, nos corresponderá a todos los venezolanos combatir los cimientos de este estado delincuencial que sembró Hugo Chávez y Nicolás Maduro.
Ángel Machado / @angelmachadove