REFLEXIONES| República vs. Democracia. Por Luis Acosta

Se puede jugar con los votos pero no con los valores. De suerte que no se deben ganar escrutinios, ninguno,  que no sea por la mayoría absoluta. Esta decisión es la doctrina que establece la dictadura de la República para los nuevos años de la vida republicana que nosotros proponemos para evitar los asaltos y las imposiciones que tanto daño le han hecho. Estos planteamientos de hoy nos hacen recordar una parte de la carta dirigida por el Dr. en Leyes Francisco Arreaza Arreaza en el año 1981 a un amigo común. El anotaba: “…en la incomparable tarea de ir perfeccionando diariamente nuestra democracia la cual, como tantas veces se ha dicho, es más que un sistema de gobierno una forma de vida que requiere la presencia participativa de verdaderos ciudadanos conscientes de sus derechos y, también, de la severidad de sus deberes. Pues bien, Frank hace una perfecta separación de la Democracia como sistema de gobierno y la República que se convierte en un convenio de vida con sus derechos y la severidad de sus deberes.

Entonces, es fácil entender a Frank, el gobierno te da gobierno pero la República te da hogar. El piso te lo ganas tú; cuando el gobierno te lo da, no es tuyo. Lo tuyo es tu República, es tu hogar. Vamos a recuperar lo que es de todos: el territorio, nuestra tierra que, por cierto, incluye a los venezolanos que nos azotan y no ven su realidad.

La democracia es de votos. En cambio, la República es de valores. Leopoldo tuvo la República cerca pero volteó el camino. Se tuvo el temor del sacrificio de Mandela. Sin embargo, en aquel momento el pueblo estaba listo en aquella plaza para defender la libertad de López. Hoy todos están en libertad pero el territorio está preso y ocupado.

En efecto, la República es otra cosa. Siempre se tiende a ganar el gobierno y no al país. Ella  se fundamenta en el concepto de pueblo, de ley, de organización, de piso, de esencia. La República prefiere al ciudadano. Bolívar lo dejó plasmado: “prefiero el título de ciudadano que el de Libertador”.

La República se fundó con la fuerza moral y la sangre propia derramada desde 1811. Es el espíritu del nativo y la concordancia de la Patria. El deber de patria es como el derecho de vida y esta hay que defenderla y hacerla respetar. Es la primera obligación ciudadana. Los fundamentos de la inviolabilidad de la vida es el redondel del propio poder de la República. Sostener la función cívica y la fortaleza de la ley arropa la Republica, la hace inviolable. Tiene que garantizarlo el colateral del ejército, la ciudadanía se abre paso a lo mejor y el hogar se convierte en algo perpetuo en testimonio, en grandeza, en fuerza caracterizada por la vanguardia humana. 

¿De qué sirve el país si se ha perdido la República?

Cuando nos hacemos esa pregunta nos damos cuenta del valor y vigor de la repuesta: “sin República no hay país”. Luego, tenemos que refundar la República para tener físicamente qué defender. En una República a nadie se mata, la ley cura y convence a todos. Es la herramienta humana y social que nos hace felices. En una República se rechaza el daño y se elimina el mal. En ella el trabajo rinde y el vago se aparta. Por otro lado, el celo por el rendimiento laboral es el ejemplo. En consecuencia, la desidia se abandona y la vaguedad no se mira.

De suerte que, el territorio nacional es el resultado de la labor labriega de su pueblo y de la compra genuina de lo ganado y lo sano. Además, las ganancias de los negocios son el producto de su acción productiva, honesta y sensata. En una República se trabaja en equipo y en realidades. Ningún otro fruto se agrega que no sea el ahorro, el trabajo y la disciplina. Los gringos formaron fundadores, hacedores y desarrollistas y todos cuidaron mayoritariamente la República. Nada han mirado distinto a su República. Ni siquiera Nixon quien se descuidó y lo pagó caro. Así mismo, puede pasar con Trump. Se pudiera salir pero regresará porque no hay modo de salirse. La inercia lo fija y lo reedita, más porque aparece el espíritu de la República y de su cuidado final que por mantener su zona de confort. Hay algo en el sentimiento de los republicanos, no los políticos sino los originales, que con vigor y amor embriagan con su energía y tienen arraigado en su cuerpo, alma y corazón los deberes y derechos para con su República, cual es su propiedad, su cielo y su Dios.

Veamos lo que pasó en Venezuela. El país se perdió pero la República resiste y por sus fuerzas y reservas humanas y materiales es capaz de revivir y recordar la frescura de sus años fragantes antes de todo esto. Así pues, perdimos el forro de nuestra indumentaria pero tenemos deseos inmensos de volver a empezar con grandeza, sin mirar para atrás, vestidos de nuevo con nuestras fantasías y sueños. 

¡Todo a lo Gandhi!

 

Luis Acosta

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