La devastadora ola de explosiones que sacudió a la capital el 4 de agosto acabó con la vida de más de un centenar de personas. «Todavía estamos barriendo el área. Todavía podría haber víctimas. Espero que no», aseguró el jefe de la Cruz Roja del Líbano, George Kettani. Los heridos superan los 5.000 y muchos temen que los más graves engrosen la lista de víctimas mortales.
El Gobernador de Beirut, Maruan Abboud, también afirmó que aún hay más de 100 personas desaparecidas y más de 200.000 que se han quedado sin casa.
Las primeras filtraciones de la investigación apuntan a que la explosión, la más poderosa que ha sacudido a Beirut, provino de un deposito en el puerto que almacenaba 2.750 toneladas de nitrato de amonio, un explosivo utilizado en fertilizantes y bombas y que había permanecido allí durante seis años sin medidas de seguridad.
Fue negligencia, señaló una fuente oficial familiarizada con las investigaciones preliminares, que agregó que el problema de seguridad del almacenamiento había estado ante varios comités y jueces y que «no se hizo nada» para emitir una orden para retirar o eliminar el material altamente combustible.
Badri Daher, Director General de Aduanas del Líbano, dijo a la emisora ’LBCI’ que la aduana había enviado seis documentos al poder judicial advirtiendo que el material representaba un peligro. «Solicitamos que se reexportara, pero eso no sucedió. Dejamos que los expertos y los interesados determinen por qué», dijo Daher.
Otra fuente cercana a un empleado del puerto dijo que un equipo que inspeccionó el nitrato de amonio hace seis meses advirtió que si no se movía, «volaría todo Beirut».
Según dos documentos vistos por Reuters, la Aduana libanesa había pedido a la judicatura en 2016 y 2017 que le pidiera a la «agencia marítima interesada» que reexportara o aprobara la venta del nitrato de amonio, retirado del buque de carga, Rhosus, y depositado en el almacén 12, para garantizar la seguridad del puerto.
El mundo se solidariza con el Líbano
Varios países se han solidarizado con la tragedia que enluta al Líbano como Rusia, Francia, Países Bajos y Kuwait, que prometieron enviar personal para avanzar en la búsqueda y rescate. El Kremlin anunció el envío de cinco aviones con médicos, rescatistas y equipos sanitarios a Beirut para ayudar a mitigar las consecuencias de la explosión.
Por su parte, fuentes de la presidencia francesa indicaron que las dos aeronaves que el gobierno se comprometió a enviar, un A400M y un MRTT, transportarán a 55 personas, 15 toneladas de material, así como una unidad sanitaria móvil que permite atender a 500 heridos.
Países Bajos además, envió un equipo especializado de búsqueda y rescate, compuesto por 67 médicos, enfermeras, bomberos y policías para ayudar en la búsqueda de sobrevivientes. Hay información preliminar que indica que la esposa del embajador de esta nación en el Líbano, resultó gravemente herida.
Irán y Grecia fueron otras de las naciones que expresaron sus condolencias al país y ofrecieron su ayuda, mientras la Unión Europea también emitió un comunicado extendiendo su solidaridad al pueblo libanés, así como también lo hicieron varias iglesias e incluso algunos clubes de la liga inglesa de fútbol.
De la tragedia primero se conocieron las llamas. Un sector del puerto ardía. La nube de humo fue lo suficientemente grande para hacer que varios ciudadanos desde diferentes puntos de la ciudad grabaran con sus teléfonos el incidente que después derivo en una intensa explosión, cuya onda arrasó con todo a su alrededor, arrojando a muchas víctimas al mar. Buena parte de los muertos son empleados portuarios y personas que trabajaban en el área o conducían durante las horas de mayor tráfico.
«Este es el golpe mortal para Beirut, somos una zona de desastre.»Ya tenemos una crisis económica, la gente tiene hambre y están estos ladrones y saqueadores, ¿acaso compensarán las pérdidas? ¿Quién compensará a los que perdieron a sus seres queridos?, aseguró Bilal, un hombre de unos 60 años, en el centro de la ciudad.
«Esta explosión sella el colapso del Líbano»
El primer ministro Hassan Diab prometió rendir cuentas por la explosión en el «peligroso almacén», y agregó que «los responsables pagarán el precio». De momento, las autoridades no han explicado qué causó el incendio que desencadenó la explosión. Una fuente de seguridad y medios de comunicación dijeron que se inició mediante el trabajo de soldadura que se realiza en un agujero en el almacén.
El distrito portuario quedó acordonado, la ruta principal de la nación para las importaciones necesarias para alimentar a una nación de más de 6 millones de personas quedó deshabilitada. El Líbano además, ya ha estado luchando por albergar y alimentar a cientos de miles de refugiados de Siria.
Tras la explosión las reservas de silo, una fuente importante para asegurar la alimentación de la nación, solo alcanzan ahora para un mes.
Ahmed Hattit, jefe del sindicato de importadores de trigo, dijo al periódico local Al-Akhbar, que las reservas de harina existentes eran suficientes para cubrir las necesidades del mercado durante un mes y medio y dijo que había cuatro barcos que transportaban un total de 28.000 toneladas de trigo que aún no habían atracado en el puerto.
«Esta explosión sella el colapso del Líbano. Realmente culpo a la clase dominante», sentenció Hassan Zaiter, de 32 años, gerente del hotel Le Gray, duramente afectado por la tragedia.
France24 con EFE y Reuters