Generalmente, llamamos geopolítica a las políticas del Estado fuera de sus fronteras, por supuesto, respondiendo a una milimétrica planificación donde intervienen ciento de factores como la educación, la institucionalidad, el comercio, entre otros. El objeto primordial es asegurar la presencia e interés de la nación a lo lejos.
Asumiendo esta premisa, podemos aseverar que la geopolítica del Estado venezolano, adelantada por el chavismo los últimos 20 años, es otro abismal fracaso, en todo caso, lo que ha logrado es reducir la presencia de Venezuela en el exterior, caso opuesto, ha hecho de nuestra nación un país más pequeño, dependiente in extremis de lo de afuera, de la importación, de furtivos intereses foráneos… incluso en materia petrolera el país perdió la honorífica presencia que invistió por más de 80 años en la cima de este vital renglón mundial.
Venezuela se encuentra aislada de la comunidad internacional democrática, determinante e influyente del hemisferio occidental y de buena parte del globo terráqueo, la ruptura del hilo constitucional, democrático y presuntos delitos de los que se acusa a los líderes del Socialismo del Siglo XXI, han enviado nuestro país al oscurantismo, al ostracismo, con aliados innaturales a nuestra venezolanidad, de la misma estirpe antidemocrática roja rojita.
Pero no todo está perdido, Venezuela cuenta con una externalidad positiva de la que aún no ha extraído los ingentes frutos que pudiera obtener; su diáspora. La in crescendo cantidad de ciudadanos que huye de la dantesca descalidad de vida que atraviesa la nación, hace que en cada rincón del mundo haya venezolanos, diáspora que ocupa el segundo lugar en gravedad mundial, solo superado por el conflicto de sirio pero que, según expertos, lamentablemente pronto superaremos.
Esa cantidad de venezolanos apostados en otras naciones son un potencial enorme, un ejército inerme que pudiera rendir frutos determinantes en la reconquista de nuestra libertad, de nuestra democracia.
Sí esos venezolanos, de forma orgánica, se organizarán, presionaran a los gobiernos de los países receptores, además, ganaran simpatías de cada uno de esos pueblos llevando la información real de lo que aquí acontece, la presión internacional sobre el régimen chavista sería más agobiante.
Del mismo modo, si esa organicidad se conectara entre sí, por ejemplo, los venezolanos de Europa con los del cono sur latinoamericano, muchísimos serían los aportes a nuestra libertad… y hacemos énfasis a la palabra “libertad” porque cuando se prohíbe, raciona o condicionan nuestros derechos hablamos de opresión y eso es exactamente lo que ha hecho el chavismo por más de 20 años en Venezuela.
¿Por qué es determinante? No hay que olvidar que el tiempo de los políticos es absolutamente distinto al de los ciudadanos, pero sí desde la ciudadanía, indistintamente en el país que se encuentre, se redoblan los esfuerzos, las acciones, las presiones, lo político tiende a emitir respuestas mucho más aprisa.
Para finalizar, esa diáspora venezolana, cuya transversalidad es el esfuerzo, el sacrifico, la nostalgia, pudiera ser la joya de la corona para generar los cambios que requiere la patria y que, posteriormente, ellos mismos sean los auspiciadores de su anhelado retorno.
Leandro Rodríguez / @leandrotango