Otorgo un minuto de silencio, porque ya lo que alimentaba mi adrenalina ya no está. Porque ese despertar con las voces de las centralistas dando los buenos días y alistando el parte por sector de cada oficial, ya no me despierta, porque simplemente ya no hay un sector a que acudir, una patrulla que alistar, una sirena que escuchar, un chaleco que apretar, unas botas que amarrar, simplemente quedan pistolas al azar que ciclar ¡No quiero eso! Sueño con despertar y ver el parte completo con policías de verdad, con gente honesta y dispuesta a trabajar por vocación y no por transferencia.
Un uniformado por academia y no por referencia, aquel que es servicial, respetuoso y apto para el estricto cumplimiento de su labor, un policía no debe ser el limosnero del sector, cada quien está formado para su desempeño, un policía es un ciudadano ejemplar dispuesto a servir, encargado de mantener el orden público y garantizar la seguridad de los habitantes.
Somos héroes sin capa dispuestos a hacer un trabajo limpio, honrado sin necesidad de que nos pasen facturas.
Cierro los ojos y aún tengo el perfume de aquel que nos formó, que nos orientó todo eso mezclado con el olor a nuevo de las Crown Victoria y las voces en formación de aquellos policías que aún siguen soñando, porque simplemente son policías y no caleteros en supermercados. Simplemente no estoy dispuesta a ver el final de tan honorable carrera para quien sepa llevar el uniforme, pues no me queda grande, al contrario, se me hincha tanto el pecho de llevarlo que siento tenerlo muy ajustado. ¡Pues es bien ganado y bien llevado! Mi chapa aún tiene lágrimas, sudor y sangre.
El Tiempo de Dios es perfecto, las horas pueden estar contadas, los buenos cambios siempre son continuos y suelen darse con facilidad. ¡Amigo policía que estas leyendo! Aférrate a tu uniforme, a tu esencia, a lo que eres y serás para la ciudadanía, para tu familia, para la tierra que vio prepararte, la que muchas veces te vio temeroso, preocupado y nervioso cuando por vez primera llevaste tu carpeta amarilla con tantos documentos que necesitabas para formarte, por las veces que le juraste a tu madre que serías policía, por las tantas veces que oraste pidiéndole a Dios fuerza, sabiduría y paciencia.
Por tanto, trote, ejercicio, correr y correr, formación y sol. Por las veces que tanto viste las caras de tus hijos en el horizonte y dijiste en voz baja que por ellos lo lograrías. Fue difícil recuperar kilos, hacerte un especialista detector, todo un guerrero haciendo uso de la fuerza y disparando, solventando, manejando, radiando, escuchando y anotando al mismo tiempo. Simplemente haciéndote un súper hombre o una súper mujer. Honra tu uniforme, podemos recuperar, podemos luchar por lo que realmente amamos. Dignifiquemos nuestra labor, comenzando por nosotros mismos. Es una lucha de todos en unión, por esta hermosa profesión. ¡En la unión esta la fuerza! Seamos aún mejores, por lo que somos y por lo que queremos. Y por sobre todo, por la ausencia de los compañeros caídos. ¡Ya no más! Por ellos, un minuto de silencio.
Dra. Desireé Parra / @desireeparraf