El gobernante de este pequeño país, estratégico en el sistema de alianzas estadounidense en el Golfo Pérsico, llegó al poder en 2006 y durante su mandato destacaron sus intentos por rebajar la tensión entre las naciones árabes y Qatar y la reconciliación con Irak.
El ministro de asuntos de la Corte Real, Ali Jarrah al Sabah, fue el encargado de leer el comunicado en la televisión oficial, que había suspendido la emisión normal minutos antes para empezar a transmitir versos del Corán en señal de luto.
«Con gran tristeza y pena, anunciamos al pueblo de Kuwait, a las naciones árabes y musulmanas, y a todos los pueblos amigos del mundo, la muerte del emir del Estado de Kuwait, que se trasladó al lado de Dios», leyó el ministro con semblante serio. No se sabía ningún detalle del motivo del viaje a Estados Unidos del emir, aunque se intuía que era por quebrantos de salud.
La figura de Sheikh Sabah resaltó por su talante diplomático durante los 14 años de gobierno en Kuwait. Su llegada al poder en 2006 ya significó un adelanto sin precedentes en la historia de Kuwait. Por primera vez, un emir fue designado por el órgano legislativo del país, que históricamente había carecido de poder alguno. Su ascenso se dio tras la destitución del emir Saad Al Abdullah Al Sabah, apenas nueve días después del inicio de su gobierno debido a las enfermedades que sufría.
Su bagaje de diplomático se forjó después de haber ejercido durante 40 años como ministro de Exteriores del país, un puesto que le dio la posibilidad de conocer al detalle los conflictos de la región, a menudo extremadamente complejos de afrontar.
Durante su mandato, las relaciones con Estados Unidos siguieron siendo muy buenas, al igual que con el resto de los países occidentales. Estas conexiones se cimentaron a partir de 1990, cuando el país norteamericano intervino en la invasión de Irak a Kuwait. Kuwait es uno de los fundadores de la OPEP y el sexto exportador de petróleo mundial.
Su papel en la Guerra del Golfo
Sheikh Sabah fue uno de los defensores de que Estados Unidos tuviera una presencia permanente de soldados en la región para evitar futuros conflictos. Hoy, Kuwait alberga a unos 13.500 soldados estadounidenses, muchos en Camp Arifjan, al sur de la ciudad, que también alberga el mando avanzado de la Central del Ejército de Estados Unidos.
Sheikh Sabah, vivió como ministro de Relaciones Exteriores esta guerra, pero ya como emir de Kuwait intentó normalizar las relaciones con el Irak posterior a la dictadura de Sadam Hussein. Aunque su miedo y oposición hacia este país vecino fue muy fuerte durante décadas, con el nuevo Gobierno visitó Bagdad dos veces y llegó a un acuerdo con Irak para resolver una disputa legal por valor de 500 millones de dólares.
En 2018, logró reunir hasta 30.000 millones de dólares para ayudar a su vecino del norte a reconstruir infraestructuras, después de años de guerra contra el Estado Islámico.
Una Primavera Árabe relativamente tranquila
Ya como emir, en 2011 tuvo que hacer frente, al igual que la mayoría de los líderes árabes de la región, a la Primavera Árabe. Sheikh Sabah fue uno de los pocos líderes que logró mantener el poder y evitó grandes derramamientos de sangre durante las protestas. De hecho, permitió que las protestas se realizasen y para apaciguar a la población brindó subvenciones de más de 3.500 dólares y bonos de comida gratuitos a todos los kuwaitíes.
Aún así, corrieron las acusaciones de sobornos a funcionarios y malversación de fondos, algo que avivó esas protestas. El momento más tenso se produjo cuando varios manifestantes entraron al Parlamento con banderas kuwaitíes, pero todo se diluyó con los días.
Después de estos meses de revolución en el mundo árabe, e iniciada ya la guerra civil en Siria, fue uno de los mayores promotores de la recaudación de fondos para la reconstrucción del país. Entre 2013 y 2014 organizó varias conferencias internacionales y donó cientos de millones de dólares.
El boicot a Qatar, su mayor fracaso
Uno de los problemas que vivió durante su última etapa y que no pudo resolver antes de fallecer fue el boicot de las naciones árabes al reino de Qatar. En junio de 2017, cuando Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Bahrein y Egipto rompieron relaciones con Qatar haciendo saltar por los aires el hasta entonces bloque del Golfo Pérsico, Kuwait trató de ayudar.
Pese a su cercanía con Riad y con Abu Dabi, el emir decidió mantenerse neutral y conservar la interlocución con la esperanza de que emiratíes y cataríes pudieran acercar posturas en una región con ya suficientes conflictos.
A eso se abocó en los últimos años, aunque finalmente no pudo ver la normalización entre los países del Golfo, un proceso que ha vuelto a tomar fuerza en las últimas semanas. En 2019, por ejemplo, logró que el primer ministro de Qatar estrechara la mano por televisión en vivo con el rey saudí Salman en una reunión en La Meca.
Aunque no se tiene constancia de que haya un sucesor designado, la figura que teóricamente le tiene que suceder es su hermano, el príncipe Sheikh Nawaf al-Ahmad al-Sabah.
France24 con Reuters, AP y EFE