Hoy no podemos decir que existe una estrategia electoral propiamente dicha, ya que los procesos electorales en el país desde 2017 fueron sustituidos por actos gubernamentales sin competitividad, donde el régimen impone candidatos, partidos, electores y resultados. Por tal motivo, es mínimo el esfuerzo electoral que debe realizar, en cuanto tiene todo el proceso absolutamente controlado desde su origen.
La última elección en condiciones mínimas fueron las de la Asamblea Nacional 2015, pero el increíble rechazo popular, que el chavismo pudo controlar en 2010 con la manipulación de las circunscripciones, no pudo controlarlo en esa oportunidad, recibiendo la histórica paliza. Por tal motivo, desde ese evento, las condiciones electorales dejaron de ser mínimas, pasaron a ser absurdas, en consecuencia, el venezolano dejó de votar, no lo hará hasta que el voto sea protegido por una institucionalidad real.
Es por ello que hasta 2015 veíamos sólidos actos de campaña, con la perenne utilización de los recursos públicos, el chavismo desbordaba su populismo. Ahora, en la quiebra del país y por ser objeto de sanciones por romper el hilo constitucional/democrático, pero, sobre todo, por el inconmensurable e histórico repudio popular que impide realice actos de calle, el régimen solo procede regalar mortadelas en los sectores populares y aferrarse a su absolutismo mediático… sin embargo, los estudios opináticos dan cuenta de un rechazo al 6D sin precedentes, in crescendo, de nada valen los esfuerzos.
Todo lo ocurrido recientemente; el rechazo de la OEA, las imputaciones de crímenes de lesa humanidad contra Maduro y su gobierno por parte de la ONU, los continuos señalamientos/acusaciones de Estados Unidos y de otras diplomacias internacionales, hacen el 6D aún más cuesta arriba, probablemente, el único atisbo de luz que le resta sea el apoyo de Capriles, cuestionado por propios y extraños.
En ese sentido, la estrategia electoral es prácticamente inexistente, no hay contrincantes en un ambiente sin competitividad, los resultados son previsibles ¿Pactados? Ahora, el chavismo aún recurre a vetustas estratagemas, hoy intenta hacer de uno de sus peores fracasos, la ruina/quiebra de Pdvsa por corrupción, desidia y partidización, un logro… intenta reactivar las refinerías con fines electorales, refinerías que él mismo destruyó, misma táctica usó Chávez con el problema de las viviendas, así de básica es nuestra política revolucionaria.
El 6D se yergue en un país sin democracia, sin poder de voto, atacado ferozmente por problemas faraónicos, no hay problema venezolano que no está ranqueado entre los peores del planeta: la inflación, la inseguridad, la diáspora, la de calidad de vida, entre otros. En democracia, las elecciones serían la herramienta ideal para propiciar cambios, sin ella de nada sirven.
Lo dicho ¿Qué gobierno con semejante rechazo (más del 80%) como el chavismo se desviviría por realizar una elección? Pues ninguno, se aferraría a cualquier pretexto para suspenderlas, máxime bajo la epidemia del covid-19.
Nada cuadra, unas parlamentarias llevadas a los cabellos, repudiadas a lo interno y a lo externo. La única explicación son los objetivos políticos que se ha trazado el régimen: Desplazar a Guaidó, que sus aliados internacionales tengan el valor de aceptar al nuevo parlamento para solicitar financiamientos, erguir una falsa oposición, dar una fachada democrática al país y desviar la atención de los principales problemas faraónicos.
Leandro Rodríguez / @leandrotango