REFLEXIONES| Temeridad o abandono. Por Luis Acosta
No es fácil meterse a opinar en algo tan mediático y famoso como las ciudades de San Francisco y Houston, y los Estados California y Oregon. Por ejemplo, la Ciudad de Houston cuenta con singular simpatía y especial manejo logrado en su notable crecimiento demográfico y el escape que ha obtenido en sus planes anti-inflacionarios para vivir mejor y comprar más barato. Sin embargo, no son las ciudades con menos problemas, ni los estados más organizados. En efecto, los bellos lares de California y Oregon, tienen problemas cívicos y urbanos importantes porque caen en lo colectivo, es decir, afectan a mucha población integrada. Por tanto, deben resolverse con pericia, paciencia e inteligencia, usando las herramientas que se necesitan y el país tiene. Los incendios no son nuevos en California, ni las inundaciones son de ayer en Houston.
El asunto se vuelve meollo administrativo y de manejo por cuanto, tanto el uno, como el otro, se han convertido en calamidades públicas importantes para sus ciudades y sociedades, así como también, dificultades para los hogares y familias. Por consecuencia, estos siniestros están llegando a la población devastando múltiples viviendas y familias enteras, golpeando inclementemente los ahorros de trabajos de años y sacrificios de toda una vida. Por cierto, no hemos leído por ningún lado el tamaño de los espacios comprometidos en estos siniestros e incendios forestales que cada año azota a estos lugares, pero, por los gritos de los bomberos y los informes de poca formalidad, son miles de hectáreas comprometidas y miles de viviendas en los suelos.
Con toda esta información, hay que tomar decisiones rápidas y seguras, y estamos en un momento de elecciones cuando este tipo de decisiones vale la pena tomar y/o exigir. Los Estados Unidos tienen los mejores diseñadores del mundo, no importa la naturaleza de la obra que se quiera evaluar o realizar; entonces, si hace siglos se pudieron construir y tener “Los Jardines colgantes de Babilonia”, distinguidos como una de las siete maravillas del mundo antiguo, hoy se pueden intentar diseños más atrevidos y carismáticos que ayer. Se tiene el apoyo de la belleza infinita y estimulante de California y la ayuda de las herramientas y valores que posee el país norteño. Para eso es necesario cuidarse para no caer en los errores anteriores, como el caso del olvido de pensar en las regulaciones y ordenanzas municipales necesarios porque es justo y necesario recordar que la naturaleza nunca da permiso para usar sus espacios o para irrespetar sus ríos, sus aguas y sus cuencas. Lo urgente es, con coraje, acción y disciplina, dar cuerpo político, constructivo, legal y sanitario a las especificidades hacia el futuro que deben ser conformadas después de los diseños que se acuerden. De esta misma forma, darle entrada profesional a organizar las cloacas y servidumbres de los servicios sanitarios de la Ciudad de Houston donde se causan inundaciones terribles todos los años que muchas veces se pagan con vidas de las personas que viven en esas tierras. El no lograr el arreglo de estas calamidades, solo hace confirmar que estos siniestros no tienen remedio y estos lamentables procesos se repetirán.
En corolario, queremos comentar lo siguiente. Vimos una vez a Venecia y Florencia. Dos veces a Roma. Una vez a Ámsterdam y su ganar terrenos al mar; pero también vivimos 20 años en el Complejo Turístico El Morro de Barcelona, Venezuela. Recordamos que todos los cálculos y expresiones noticiosas coincidían en que El Morro se iba a inundar de sucio… y no ha sido así. De mugre…, tampoco. De agua, menos; y de inundaciones, nunca. El Complejo le ganó a todo el mundo. Luego, un diseño para California a lo Veneciano con estilo propio, moderno y diseño plural y conceptual, sería hermoso y exitoso y, en vez de fuego e inundaciones, nos llenaremos de canales y exclusas paradisiacas que traerán volúmenes de turismo, encantados y vivos, dispuestos de venir a visitar California y las servidumbres olorosas y florentinas de los canales sanitarios de Houston.
Luis Acosta