La situación política, social y económica de Venezuela es de tanta gravedad que fuera del país hay sectores considerándola exagerada en su dimensión.
El Banco Mundial estima que el ingreso individual diario para no experimentar una situación de pobreza es de 1,88 dólares, es decir, 56,4 dólares mensuales, es menester mencionar que con ese monto mensual no se vive en ninguna parte del mundo y en nuestro país la inmensa mayoría tiene un ingreso mensual entre 2 y 10 dólares con el agravante de tener una hiperinflación acelerada que hace imposible vivir con esas estimaciones del Banco Mundial.
En el año 2007 el régimen inició una política confiscatoria que afecto 5 millones de hectáreas productivas arruinado la actividad agrícola, pecuaria y avícola. En esta carrera de ilegalidades los contratistas petroleros corrieron la misma suerte, la agroindustria terminó liquidada, las centrales azucareras estatizadas, así como las empresas básicas de Guayana, las plantas de asfalto; es decir, un atentado generalizado a las fuerzas productivas privadas, a la inversión nacional y extranjera.
En esta orientación de estatismo demencial se rompió la alianza estratégica de la industria cementera con capital mexicano, concretamente con Cemex, las consecuencias de ese disparate son múltiples y destacan: 1) baja de producción en un 40%. 2) escasez de cemento. 3) desempleo. 4) empobrecimiento de los trabajadores cementeros. La liquidación de esas industrias redujo a su más mínima expresión la actividad de la construcción siendo durante muchos años una de la más generadoras de empleo.
El régimen en su afán de destruir la actividad económica hizo el mal cálculo que con PDVSA como la gallinita de los huevos de oro podrían cubrir su actividad al estilo del caballo de Atila, la baja del ingreso petrolero y la destrucción de la industria son ingredientes que nos llevaron al país destrozado que hoy día tenemos.
Los pulperos del régimen en el manejo de la economía han realizado varias devaluaciones y emisiones de dinero inorgánico, resultando la medicina peor que la enfermedad.
En Venezuela la oferta de bienes y servicios está dolarizada y los ingresos en bolívares soberanos devaluados sin poder adquisitivo alguno.
Los sectores organizados, petroleros, maestros, médicos, enfermeras entre otros, protestan constantemente cada uno por su lado.
Este régimen cerceno las libertades económicas y el impacto en la cotidianidad no podría ser peor.
Es necesario y fundamental impulsar el cambio en Venezuela, una cruzada nacional que unifique la protesta por un salario justo y digno, la lucha debe tener contenido político y reivindicatorio, este paso es imprescindible para avanzar hacia la transición.
Dip. José Luis Pirela / @joseluispirelar