No representa ninguna novedad que nos asalte de sorpresa, la comentada Ley Antibloqueo que esgrime en esta coyuntura signada por la más escandalosa catástrofe humanitaria, que país alguno pueda acusar, sin que su razón de ser tenga alguna relación directa con el COVID-19. Eso no significa que estemos dejando de ver el verdadero calado de semejante despropósito inconstitucional, lo cual sería una tremenda temeridad de nuestra parte, ya que ese instrumento es una peligrosa daga con la que se acuchilla a lo que queda de Nación.
Ya se ha dicho al respecto que su naturaleza es ilegitima por provenir de una fuente írrita como lo es la también ilegitima Asamblea Nacional Constituyente. Igualmente su carácter secreto, borroneada en la oscuridad de un «cuarto negro», enseñoreada con un ropaje de supra ley, dejando atrás las demás leyes existentes. Pertinente que se tome en cuenta que es una herramienta al servicio del crimen de lesa patria que se verifica entregando el territorio nacional a grupos narcoterroristas, sin dejar de darle importancia al otro delito de blanquear capitales, operación que buscarán ejecutar por medio de transacciones ilegales, al mismo tiempo que van rematando, mediante licitaciones opacas, las empresas del Estado venezolano. Para este último procedimiento tienen a la mano la enseñanza rusa, que realizó en los años 90, una maniobra de liquidación de las industrias, corporaciones y empresas de todo género, pertenecientes a la extinta Unión Soviética. De ese remate salieron «buchones» los socios de los jerarcas del poder ruso.
Decíamos en el encabezado de esta entrega, que no debería asombrarnos esta nueva arbitrariedad del régimen chavo-madurista. En lo que va de esta impostura han salido de esa “Caja de Pandora” varios disparates populistas con marcas de autoritarismo. Uno de ellos fue el Plan Bolívar 2000, que sirvió para que se estrenaran en eso de meter sus manos en los dineros públicos, unos cuantos “soldaditos” de la revolución. Pero la impunidad se encargó de protegerlos. Porque todo se hacía en nombre del Socialismo del Siglo XXI, fuente madre del Plan de la Patria.
La verdad es que en eso de inventar trucos comunicacionales han salido aventajados estos tutelados de los hermanos Castro. No son capaces de montar buenas salas de hospitalizaciones en los centros de salud, pero sí que se esmeran en instalar sus “salas situacionales” para hacerle seguimiento a las variables políticas del país y tramar sus nuevas pócimas salvadoras que, en algunos casos, dan rienda suelta a la hilaridad de los venezolanos, como cuando anunciaron la Ruta de Las Empanadas, Los Gallineros Verticales y los Cultivos Organopónicos.
Lo correcto es no tomarnos a chapuzas merecedoras de carcajadas esas andanzas populacheras. Tengamos en cuenta que así van, año tras año, dejando una estela de escombros en un país que persisten en maniatar políticamente. Y mientras la gente se ríe, prosigue la máquina de inventos para presentar en medio de sonoras fanfarrias, el modelo del Estado Comunal, el ruidoso plan de los 18 Motores para relanzar la revolución del Socialismo del Siglo XXI, todo en el contexto de la novedosa línea de la Geometría del Poder.
Para llevar adelante todo ese repertorio de atrocidades, se valieron, entre otras cosas, de Leyes Habilitantes, sin reparar cuál profunda era la herida infringida a la Carta Magna. Para ellos lo que realmente cuenta es su propio código de funcionamiento y su plan diabólico que nada tiene que ver con patria ni con leyes, menos con valores y principios. El cálculo apunta a controlar el poder para disfrutarlo entre familias pervertidas por las riquezas mal habidas y entre los integrantes de la Corporación Criminal, comprometidos con fines inconfesables.
Antonio Ledezma / @alcaldeledezma