Después de nueve meses de estragos causados por el engendro viral comunista, a pesar de que dicha “bomba” biológica ha cobrado más de un millón de vidas en todo el mundo, ninguno de los países libres y democráticos del planeta ha levantado su voz, fuerte y contundente, contra la dictadura comunista china. Europa y Norteamérica, donde la pandemia asiática se ha posicionado como si los dictadores rojos hubieran seleccionado los países víctimas a su gusto, han sido demasiado benevolentes.
Ningún otro movimiento terrorista había hecho tanto daño en tan corto tiempo. Sin embargo, los gobiernos democráticos de la parte más desarrollada del mundo, como si nada estuviera ocurriendo, continúan de brazos cruzados. Probablemente están perdiendo la mejor oportunidad que le haya dado la historia, para acabar, de una vez por todas, con esa terrible dictadura comunista, la cual tiene más de 70 años sometiendo a ese pobre pueblo, que muy lejos debe estar de ser comunista.
Existen convincentes evidencias históricas, para afirmar que ninguno de los pueblos que estuvieron bajo el dominio de un tirano comunista, han comulgado con los movimientos terroristas de esa índole. La caída del Muro de Berlín es una prueba fehaciente de que los pueblos que sufrieron el yugo soviético, nada tuvieron que ver con la tragedia que padecieron. Tan pronto cayó el imperio moscovita, los habitantes de las repúblicas asociadas a la cúpula gobernante, recibieron con beneplácito los nuevos aires de libertad. Incluso, en muchos casos se enfrentaron a los monstruos que los habían sometido, y hasta intentaron aplicar justicia por propia mano.
Es obvio que el engendro viral comunista ha llegado a los países comunistas, filocomunistas y nazicomunistas, como es el caso específico de Venezuela, incluso casi con la complicidad de sus respectivos dictadores locales. Es tan cierto esta afirmación que, cuando anuncian el diario acontecer del engendro, hablan de casos importados de los países vecinos o los que denominan “casos comunitarios”.
Es posible deducir y descubrir la actitud cómplice de los aliados de la dictadura china, cuando aquellos ocultan el origen del engendro viral. Si estuviesen libres de pecado, hablarían claro y dirían que todos los contagios provienen de China. ¡Prefieren sacrificar al pueblo que está condenado a muerte, antes que aceptar que la verdadera culpa del azote local y mundial es y seguirá siendo del terrorismo desatado en el mundo por la criminal y terrorista dictadura comunista china!
ANTONIO URDANETA AGUIRRE
urdaneta.antonio@gmail.com
@UrdanetaAguirre