Nada fue y es más hermoso y recordado que los años en primaria y, ¿por qué no? igual la secundaria, que la universidad se encarga de desbaratar al abrir caminos distintos con su diversidad de estudio. La escuela primaria se constituye en la fábrica de amigos y los recuerdos se proyectan hacia la vida futura del primario y del liceísta y su arranque físico y cívico como inicio de la vida en sociedad. En efecto, antes, el maestro de la escuela formaba parte de los esfuerzos preparatorios de los pequeños estudiantes y se transformaban en sus consejeros y vigilantes. Por eso, cuando el maestro se saca del aula y tiene que trabajar a distancia y hacer funcionar la escuela sin su presencia y aliento, el motivo de unión en la escuela se rompe y desaparece al sustituir al maestro, no importa la forma.
El maestro una vez fue y es como el sustituto del padre del niño tanto que acusaba a su progenitor con el maestro y la inercia del diario trajín formaba en el tiempo una especie de relación intima y personal que el maestro y la familia aceptaban de hecho y servía de mucho.
Esta fusión o trinomio de la escuela-alumno-maestro se forma sin organizarla nadie y se ha sustituido con las reuniones de maestros, representantes y representados pero el rendimiento y servicio de ella se hicieron evidentes y útiles. A la larga, multiplica la aplicación de los valores como, por ejemplo, el valor de la amistad. También indica y señala los caminos de convivencia como otro valor. Como si fuera poco, por la escuela pasamos todos.
Por otra parte, el papel y los libros no pueden contener en un solo texto y volumen la cantidad y calidad de los valores morales consustanciados con la vida del hombre en formación y, de allí, la necesidad de la presencia del maestro y de la biblioteca. Un maestro bueno se llena de virtudes y enseñanzas profundas capaces de dibujar el performance maravilloso de su trabajo y obra: “caminante no hay camino, se hace camino al andar”.
Hoy, sin meternos a discutir el contenido que se ve, ni los problemas de disciplina, asistencia, aplicación y conducta en la escuela, si queremos opinar, no sobre el internet porque sabemos su importancia sino de lo necesario, útil y preciso que es la presencia del maestro y su inmejorable fundamento histórico, tal Andrés Bello o Cervantes.
Pero la pandemia sanitaria le cayó a golpes al sistema educativo porque el peligro de contagio ha podido más contra todo evento. De suerte y manera que su peligrosidad pública no deja funcionar la escuela y sus procesos, haciéndose indispensable el uso de un procedimiento dual que consiste en dos operaciones distintas con un mismo fin que pueden ser aplicados indistintamente en las escuelas: a) Una escuela virtual, vía internet, sin la presencia física del maestro y b) un sistema presencial del maestro, es decir, el sistema clásico usado a través de los tiempos.
Más, no es sencilla su aplicación. A unos estudiantes les gusta, a otros no. Además, el sistema dual conlleva la necesidad de trasladar a la casa toda la problemática educativa pero, al incorporarse, se regaña con fuerza el proceso dinámico del ama de casa la cual, sin dudas, tiene que variar hábitos domésticos diarios, con el agravante de que al niño le gusta más el compañero que los libros. Todo esto ha estado guardado en las cajas de Pandora, en el cuarto de la madre del escolar, en las escuelas y en los archivos del ministerio. Precisamente, todo ha salido a flote cuando una maestra de primaria se presentó llorando en una estación de televisión mostrando su preocupación e impotencia por la no presencia de los alumnos de su escuela debido a las nuevas modalidades en la educación mixta que a los niños les cuesta acatar y cuyos padres, en la mayoría de los casos ni tienen la convicción ni están preparados. De lo que si están totalmente convencidos los padres, es del aporte y ayuda que significan la escuela y los maestros para la vida doméstica y familiar de la nación. Mas, los padres le tienen pánico a la pandemia y sus estragos ante la cual se sienten inseguros y faltos de confianza.
En síntesis, en estos momentos de dificultades, sigue igual de difícil conocer, improvisar y definir el mejor sistema de comportamiento para eliminar los efectos perniciosos que vivimos. De cierto que, tenemos que doblegarnos ante un conjunto de calamidades que, si bien, hemos tratado de superar, también es cierto que no hemos podido atinar. Conviene por tanto, para dicha del ser humano, encontrar la solución.
De todas formas, todo se ha hecho y luce que, por los vacíos que han quedado, que poco se ha logrado. Sin embargo, es menester recordar que el problema de la pandemia, y sus notas de extravagante volumen y globalidad, ha tocado el mundo en su mayor proporción. Por eso debemos crear conciencia que no será fácil su arreglo total a inmediato plazo a sabiendas que solo para aplicar la vacuna se requieren 8 mil millones de dosis, necesarias para cubrir a cada ser humano.
¡Dios nos agarre confesados!
Luis Acosta