El Ministerio de Interior del Gobierno de España ha denegado el derecho de asilo y la protección subsidiaria al único hermano del policía rebelde venezolano Óscar Pérez, ejecutado en Caracas a principios de 2018 tras la toma de la vivienda donde se escondía. Tanto Pérez como sus seis compañeros, quienes no dispararon un solo tiro, se habían rendido previamente a las fuerzas revolucionarias de Venezuela (entre 500 y 1.000 policías, militares y colectivos paramilitares) que asediaron, ametrallaron y bombardearon durante horas su escondite. Todos ellos presentaban tiros de gracia en la cabeza, según demuestran la autopsia y las imágenes publicadas en exclusiva por EL MUNDO.
Luis Armando Pérez, hermano del famoso piloto de helicópteros que enfrentó durante seis meses a Nicolás Maduro, huyó de Venezuela pocos días después de que Óscar se diera a conocer a su país y al mundo sobrevolando el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y lanzando dos granadas de sonido. Tras recorrer diversos países sudamericanos llegó a Chile y desde allí viajó a España, donde encontró refugio provisional con su pareja y sus dos hijos.
Pese al hostigamiento y persecución emprendidos por el chavismo contra familiares, amigos y conocidos de Pérez, la resolución de Interior establece que en el caso de retorno a su país de origen no se deduce la posibilidad de que Luis Armando Pérez «fuera a sufrir la condena a pena de muerte o el riesgo de su ejecución material, ni tampoco se identifica un riesgo de tortura o tratos inhumanos o degradantes».
La Comisión Interministerial de Asilo y Refugio añade que en Venezuela «tampoco puede afirmarse que exista una situación de conflicto armado internacional o interno», por lo que «no concurren ninguna de las causas que pudieran dar lugar a la concesión de protección subsidiaria».
Por el contrario, contra el mayor de los Pérez pesan en Venezuela acusaciones de terrorismo en grado de complicidad, según el auto publicado por el juez del Tribunal Especial de Primera Instancia, especialista en delitos de terrorismo. Las mazmorras de Maduro encierran hoy en el país criollo a 351 presos políticos en un país en el que, según Naciones Unidas, se ha detallado crímenes de lesa humanidad que incluyen ejecuciones extrajudiciales, torturas, violaciones sexuales, detenciones arbitrarias y desapariciones forzosas.
Además, Luis Armando Pérez, de 42 años, encabezó hace 12 meses la iniciativa de entregar a la Corte Penal Internacional y a la Oficina de la Alta Comisionada en Derechos Humanos de la ONU las pruebas audiovisuales de la matanza de El Junquito, junto a los diputados en el exilio Wilmer Azuaje y Franco Casella. Un mazazo contra el chavismo porque confirmó la ejecución de un grupo de rebeldes que incomodaban al poder bolivariano. Aquel día Luis Armando homenajeó a su hermano portado su chaqueta verde militar y dibujando con sus dedos un mensaje masón.
En la denuncia presentada ante la Corte también figura el batallón de perseguidos vinculado a Óscar Pérez, contra quienes no hubo clemencia en Venezuela. Son más de 25 personas entre las que figuran el sacerdote que enterró al policía rebelde, las personas que cuidaron sus perros (varios de ellos también fueron exterminados) o el médico dueño de la casa donde fueron atacados.
«Desde ese preciso instante (rebelión de su hermano) cambió toda la vida de mi familia y de la mía, tuve que dejar todo y no me equivoqué, empezaron a detener a todo el que tenía relación con mi hermano», precisa Luis Armando. «Me escondí desde el primer día y me mantuve oculto entre varios sitios, incluso me tocó dormir en la calle ya que varios amigos a los que acudí no me permitieron quedarme por temor», descubre Pérez, quien consiguió escapar por la frontera de Colombia una semana después.
A una familiar detenida durante dos días «le presionaban para que desvelara dónde estaba yo antes de que apareciera muerto». En la familia Pérez tampoco olvidan la muerte de un tío hermano de Aminta Pérez, la madre de Óscar y Luis Armando. «Se sentía perseguido y así se lo describió a mi madre, hasta que un día apareció muerto en su casa por un disparo«, asegura. Tanto su madre como su cuñada, la mujer de Óscar, y sus hijos se encuentran en Estados Unidos bajo la figura de asilo político.
Durante su desafío al régimen revolucionario, Óscar Pérez lideró varias acciones simbólicas, desde asalto a cuarteles hasta apariciones por sorpresa en manifestaciones de la oposición. En ninguna de estas operaciones se produjeron víctimas mortales, lo que no evitó que Maduro le considerara como enemigo número 1 de su gobierno.
«A 17 días de dar la orden, ¡orden cumplida!», se congratuló el «hijo de Chávez» en una transmisión televisiva tras la masacre de El Junquito.
El Mundo