Empieza de cero, cambia tu actitud y deja atrás todo aquello que no te permite avanzar. Es un buen tiempo para dar gracias, para pedir perdón, para rectificar, trazarte nuevas metas e ir por lo que quieres.
Es el momento de adaptarte a cualquier situación y ambiente que te haga bien. Es el tiempo idóneo para decidir ser feliz. Seca tus lágrimas. Todo lo que tienes y te rodea es lo que mereces porque has luchado por estar dónde hoy te levantas de pie.
Sonríe y disfruta la brisa rozando tus mejillas y mueve tu cabello de un lado a otro. Comienza a caminar con el pie derecho, busca la solución a eso que te hace infeliz y sacúdete lo que te daña, lo tóxico. Respira con tranquilidad y cambia el ritmo de tu oxígeno para trasformar tus emociones en algo positivo. Suelta y libérate de las presiones y el estrés.
Existe y resiste. Nutre tu ser, vive un día a la vez, el hoy, y trabaja por el mañana que es estar aquí. Insiste y no desistas, una y otra vez, hasta que logres lo que deseas y si no se da, quédate con la satisfacción de que luchaste por ello.
Cambia tu esfuerzo y sudor por lo que vale la pena. No te desgastes en sentimientos innecesarios y si decides amar, que sea a alguien que lo merezca. Si hoy tienes pareja, que sea para ser feliz, no para ser un mártir y vivir en un valle de quejas, molestias, angustias e intranquilidad.
La basura se bota. Así que desecha todo lo que no necesitas en tu vida. ¿Acaso quieres estar en un lugar donde pretenden que seas lo que no eres, o cambiar tu ideología o manera de ver la vida? ¿Acaso los estereotipos de la sociedad deben definir lo que eres? La respuesta es, sé tú mismo por convicción propia, siéndole fiel a tus valores y principios.
Que el mal comentario de alguien no te dañe ni te haga creer que tú eres eso que dice. Que una mala mirada no te haga sentir menos. ¡Vales oro! Y eso es lo que debe importarte, no lo equivocado que piensen los demás de ti.
Acepta las correcciones que te hacen con caridad y los consejos que te brindan con amor. Las críticas destructivas deséchalas al cesto de la basura, no sirven para edificarte. Recoge del suelo las palabras bonitas que vengan del alma, no aquellas que aludan y te glorifican como si fueras un Dios.
Mantén la humildad y sencillez. No olvides que en lo simple está la verdadera belleza. Agradece. Da las gracias y valora la mano que el otro te extiende. A veces, dar las gracias con una sonrisa enaltece más el ser que dar algo material.
Aunque sientas que no mereces nada, en el fondo mereces todo lo bueno que recibes, por eso no dejes de sembrar para que coseches una buena fruta. Comparte tus dones y talentos con los demás, hazlo por servicio al prójimo.
Mira hacia atrás solo para valorar lo que tienes hoy. Haz este ejercicio y te sorprenderás: cierra los ojos, piensa y visualiza todo lo que viviste el año pasado, te darás cuenta que siempre en medio de la tormenta llegaron alicientes a tu vida para alegrarte. Abre los ojos, observa a tu alrededor y verás que ¡Todo pasa, y siempre lo que pasa es lo mejor!
Empieza de cero y camina hacia adelante, que el impulso de nuevos proyectos te motiven. Los sueños se hacen realidad cuando eres constante. ¡Sacude el polvo de tus zapatos, hoy es un buen día para comenzar y darte otra oportunidad!
Aylen Bucobo
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