Tras adelantarse en la carrera por vacunar a la población contra el nuevo coronavirus, Israel alcanzó un acuerdo con Pfizer, prometiendo compartir gran cantidad de datos médicos con la multinacional farmacéutica a cambio de que mantenga el suministro de su codiciada vacuna.
Los defensores del acuerdo dicen que permitirá a Israel convertirse en el primer país en vacunar a la mayoría de su población, además de proporcionar una valiosa investigación que podría ayudar al resto del mundo. Pero los detractores dicen que plantea graves problemas éticos, como posibles violaciones de la privacidad y un aumento de la desigualdad global que permite a los países ricos acumular vacunas mientras las poblaciones más pobres -incluidos los palestinos en los territorios de Gaza y Cisjordania, ocupados por Israel- tienen que esperar más para vacunarse.
El primer ministro, Benjamin Netanyahu, que se presenta como el impulsor de la campaña de vacunación de cara a las elecciones nacionales de marzo, dijo este mes que había cerrado el acuerdo con el director general de Pfizer para acelerar la entrega de dosis a Israel.
“Israel será un estado modelo global”, dijo. “Israel compartirá con Pfizer y con todo el mundo los datos estadísticos que ayudarán a desarrollar estrategias para derrotar el coronavirus”.
El gobierno entregará los datos para “ver cómo influye, primero de todo, el nivel de enfermedad en Israel, la posibilidad de abrir la economía, diferentes aspectos de la vida social, y si hay cualquier efecto de la vacuna”, indicó a The Associated Press el ministro israelí de Salud, Yuli Edelstein.
La vacuna de Pfizer, desarrollada con su socio alemán BioNTech, ha recibido autorización de emergencia de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés), la agencia reguladora de la Unión Europea, y se cree que ofrece una protección del 95% contra el COVID-19. Pero aún queda mucho por saber, como su protección a largo plazo y si puede evitar el contagio del virus.
Israel, que tiene 9,3 millones de habitantes, está considerado como el lugar ideal para estudiar estas cuestiones. Cuatro organizaciones con financiamiento público prestan su sistema de salud universal y mantienen detallados historiales médicos digitalizados. Este sistema centralizado ha ayudado a Israel a administrar más de dos millones de dosis en menos de un mes. Israel también ha comprado dosis de las vacunas de Moderna y AstraZeneca.
El frenesí de vacunaciones es una cuestión de orgullo nacional. También es una pieza central de la campaña de reelección de Netanyahu, que intenta desviar la atención de su juicio por corrupción, la profunda crisis económica del país y el último repunte del virus.
El Ministerio de Salud ha registrado unos 551.000 casos y más de 4.000 muertes desde el inicio de la pandemia. Las autoridades dicen aspirar a que la mayoría del país esté vacunada para finales de marzo, justo en torno a la fecha de los comicios.
Pero los detalles del acuerdo entre Israel y Pfizer no están claros, ni siquiera después de que el Ministerio israelí de Salud publicara el domingo una versión editada del contrato.
Tanto el gobierno como la farmacéutica declinaron decir cuánto ha pagado Israel por las vacunas, aunque Edelstein lo describió como una situación en la que ambos salían ganando. Según medios israelíes, el país pagó al menos un 50% más que otros países. Los datos se reportarían también a la Organización Mundial de la Salud, según los reportes, aunque el organismo no respondió a reiteradas peticiones de comentarios.
El responsable de la OMS pidió este mes a las farmacéuticas y países adinerados que “dejen de cerrar acuerdos bilaterales”, señalando que perjudica a un esfuerzo respaldado por Naciones Unidas para ampliar el acceso a las vacunas. Tedros Adhanom Ghebreyesus no identificó a ningún país o empresa concretos.
El doctor Siddhartha Datta, director del programa europeo de la OMS para inmunización y enfermedades prevenibles con vacunas, dijo que la agencia intenta reunir datos “desagregados”, basados en edad, género, región, empleo y otros factores, y reportar cualquier problema de seguridad conforme se despliegan las vacunas.
Israel ya había anunciado la adquisición de millones de vacunas antes de que se hiciera público el acuerdo con Pfizer. No está claro cómo ha cambiado la cantidad o los plazos de entrega de las dosis, ni si las vacunas se han desviado de entregas previstas para otros países.
El acuerdo ha llamado la atención sobre la distribución dispar de las vacunas entre países ricos y pobres. Una estimación reciente del Comité Internacional de Rescate señaló que probablemente, la iniciativa global COVAX en la que participa la OMS habrá vacunado apenas al 20% de la gente de los países de menores ingresos del mundo cuando termine 2021.
“Este es un acuerdo turbio, secreto que da preferencia a algunos países sobre otros sin ninguna transparencia”, dijo Lawrence Gostin, profesor de derecho de salud global en la Universidad de Georgetown en Washington. “Al final, los países de bajos y medio ingresos serán los que se queden atrás”.
El doctor Nadav Davidovitch, director de la facultad de salud pública de la Universidad israelí Ben Gurion y asesor del gobierno en política sobre el coronavirus, dijo que el acuerdo había planteado graves preocupaciones sobre la creciente disparidad en las campañas de vacunación.
“Para erradicar el COVID-19, o al menos controlarlo de forma eficiente, tenemos que ver la imagen global”, dijo Davidovitch.
Esa desigualdad es especialmente llamativa en el caso de Israel y los palestinos en Cisjordania y la Franja de Gaza, que viven bajo distintos niveles de control israelí y aún no han recibido ninguna vacuna.
Aunque está vacunando a sus ciudadanos árabes y residentes palestinos en el este de Jerusalén, anexionada por Israel, el país dice que vacunar a los palestinos no es su responsabilidad. Edesltein dijo que Israel consideraría ayudar una vez se haya ocupado de sus ciudadanos.
Pero los palestinos e importantes grupos de derechos humanos dicen que Israel sigue siendo una potencia ocupante y tiene la responsabilidad de proporcionarles vacunas. El primer ministro palestino, Mohammad Shtayyeh, acusó hace poco a Israel de “racismo”, pero no ha pedido vacunas de forma pública.
Decenas de miles de palestinos de Cisjordania trabajan en Israel y sus asentamientos en el territorio, y los expertos señalan que Israel debería compartir las vacunas por motivos éticos y prácticos.
“De verdad creo que debemos ver cómo conseguir la vacuna para la Autoridad Palestina”, dijo Davidovitch, presidente en funciones de la asociación israelí de profesionales de salud pública. “Estamos hablando de ello con el ministro de Salud, y de verdad espero que esto se resuelva pronto”.
Tampoco está claro qué información exactamente se está compartiendo con Pfizer. Según el acuerdo publicado con secciones tachadas, no se compartirá “ninguna información de salud identificable”, y la investigación se publicará en una revista médica reconocida.
Según el texto, Israel dará información semanal a Pfizer sobre varios grupos demográficos y de edad. El objetivo, señalo, es “analizar datos epidemiológicos resultantes del despliegue del producto, para determinar si se alcanza la inmunidad de rebaño tras alcanzar cierto porcentaje de la cobertura de vacunación en Israel”.
Los datos, añadía el documento, “pretenden ayudar a poner fin a la pandemia global del COVID-19 para beneficio de todos los pacientes dentro y fuera de Israel”.
Privacy Israel, un grupo activista que había pedido al gobierno que publicara el acuerdo, celebró su difusión pero dijo que quedaban cuestiones por aclarar, sobre todo sobre la gestión y la seguridad de los datos personales. También señaló que se habían ocultado algunas partes del documento, como fechas clave y el nombre de los funcionarios implicados. Aun así, señaló que hay “un poco más de certidumbre” sobre el proceso de compartir información con una corporación global.
Tehilla Shwartz Altshuler, experta en privacidad digital en el Instituto Israelí de Democracia, cuestionó la ética de un acuerdo que podría suponer cuantiosos beneficiosos para Pfizer. También dijo que compartir un gran volumen de información aún podría poner en peligro la privacidad de los particulares, aunque se supone que los datos se envían de forma anónima.
“Si, Dios no lo quiera, se hackea el paquete de datos, entonces el riesgo va a ser vuestro”, dijo en referencia a los ciudadanos israelíes.
AP