El inicio de 2021 pareciera favorecer a los chavistas-maduristas en varios aspectos. Comentamos algunos.
La primera sonrisa de los rojos es la de haber completado la “elección” de una nueva Asamblea Nacional. Las denuncias de ilegalidad y de farsa, expuestas por sus opositores, no impidieron obtener (con alguna ayudita del CNE) el fabuloso resultado de una super recontra mollejúa mayoría de diputados del PSUV que harán rápidamente y calladitos lo que Maduro les ordene. Para estrenarse, ya empezaron con las amenazas de meter presos a los diputados de oposición y quitarles la nacionalidad y las propiedades a los que se marcharon a otro país.
Con esto mantienen las apariencias que se deben tener en un mundo civilizado y democrático, con la muestra de los poderes funcionado. El que todos obedezcan a un solo mandón es solo el detallito que utilizan sus enemigos para llamarlos, injustificadamente, dictadores.
Otra sonrisa es la de las acciones económicas. Permitir abrir cuentas y tarjetas en dólares en todos los bancos va en la dirección correcta para mejorar la economía en especial para controlar la inflación. También la ley anti bloqueo es un cheque en blanco para vender cuanta vaina quieran y al precio que sea. Ponerles a los inversionistas los mangos bajitos (cosa que les encanta) para que muevan la producción y generen algo de empleo. Parecido a los chinos, libertad en muchas fábricas y negocios, pero con un gobierno comunista bien disimulado para nuestro caso.
El cambio en la presidencia de los Estados Unidos les quitó muchas preocupaciones a los rojos que veían en Trump un tipo decidido a pasarles el tractor por encima. Con Biden la cosa podría ser diferente, más diálogo, menos apuro. Un poco más de estabilidad y tiempo para que se recupere algo la economía.
Otra sonrisa roja es el ver como Guaidó ha venido bajando en popularidad y que la oposición no termina de ponerse de acuerdo en una estrategia común para lograr que ocurra un cambio de gobierno.
Pero no todo son sonrisas, también tienen sus motivos de preocupación.
La ilegal elección de diputados que montaron, antes de mejorar la opinión internacional hizo aumentar su rechazo y la mayoría de los países no los reconoce como válidos. Esto afectará fuertemente la posibilidad de que los inversionistas importantes se arriesguen a operar en Venezuela.
Alex Saab está en caldo de ñame para que sea enviado desde Cabo Verde a Gringolandia y esto tiene a muchos de los altos jerarcas del régimen con el sueño ligero, pues el tipo parece que tiene información de detalle de muchísimos negocios ilegales y, sobre todo, de quien los hizo.
El asunto de la escasez de gasolina sigue siendo un gran dolor de cabeza sin solución en el horizonte. Las refinerías siguen del timbo al tambo y las importaciones son casi operaciones encubiertas. Las colas son insufribles y sin gasolina no se podrá animar a la economía.
La presencia del dólar también trae la disminución del poder de control sobre la población que estará rebuscando su manera de sobrevivir sin los favores del régimen y eso es, potencialmente, muy peligroso para su estabilidad.
Si el nuevo presidente Biden y los demócratas vuelven a un acercamiento con los cubanos esto influirá en presionar a que se logre también una solución para Venezuela. Sería parte de un trato amplio y económicamente salvador para la isla, al borde, nuevamente, de la miseria.
Pero lo cierto es que ni en economía, ni en política las cosas son muy precisas y las liebres saltan y los cisnes de todos los colores se presentan de repente. Lo único que sí parece claro es que el régimen se siente tan débil que ha sido capaz de fusilar a Marx en la plaza pública y empezar a coquetear con los “perversos” inversionistas privados y aceptar a la odiosa moneda de sus peores enemigos como un elíxir necesario para no morir.
Por lo que valga, nuestro pronóstico es que, al régimen, las cosas no le saldrán muy bien en lo económico de manera que el país seguirá haciendo aguas por todas partes en su hundimiento. En cuanto a una evolución política sobre el desastre que tenemos, es posible que los líderes de ambos bandos, convencidos de la realidad de un país inviable, y hartos y cansados de luchar sin resultado, empiecen a considerar una solución negociada como la mejor opción.
Tendremos tiempo para ver qué pasa. Mientras tanto, debemos continuar, individual y colectivamente, haciendo cosas a favor del derrumbe del régimen.
Eugenio Montoro