Una de las más grandes frustraciones para el humorista mexicano Roberto Gómez Bolaños fue que sus padres jamás lo vieron representando alguno de los personajes que acompañaron a varias generaciones en el ámbito de América Latina.
Su padre murió cuando él tenía seis años, mientras que su mamá falleció justo después de su distanciamiento con los comediantes Viruta y Capulina, a finales de la década del 60. Según sus propias palabras, el reconocimiento le llegó muy tarde y empezó a amasar eso que los demás acordaron en llamar ‘fama’ después de los 40 años.
Con cuatro décadas encima, Gómez Bolaños se le midió a representar a un niño de ocho años y a un súper héroe que, a pesar de su torpeza, estaba obligado a efectuar saltos casi acrobáticos para que sus memorables caídas quedaran registradas.
Además de esos dos personajes memorables, el comediante mexicano lideró varias producciones y publicó libros en donde reveló datos que jamás o muy pocas veces fueron comentados en la pantalla chica.
Por ejemplo, en su libro “El diario del Chavo”, Gómez Bolaños revela el nombre original de El Chavo del 8 y en sus páginas no hay quien interrumpa esa información memorable, tal y como pasaba en la serie de televisión. En este texto, publicado en 1995, se dice que el personaje central de esa “Qué bonita vecindad” era Rodolfo Pietro Filiberto Raffaello Guglielmi.
Otros de los nombres reales de los personajes de la vecindad son:
Quico:
Roberto Gómez Bolaños o ‘Roberto Gómez Boladeaños’, como le dijo últimamente, entre irónico y rencoroso, Carlos Villagrán (Quico) también le dio protagonismo a un niño vestido de marinerito, cuyo nombre completo es Federico Matalascayando Concuera, aunque también se dijo que se llamaba Federico Bardón de la Regueira. Villagrán aportó su histrionismo, su facilidad para la comedia, y lo más importante para este personaje: “los cachetes de marrana flaca”.
La Chilindrina:
Cuando El Chavo llegó a la vecindad por accidente se topó de entrada con La Chilindrina. En esa escena de antaño, ambos se miraron las pecas fijamente y se quisieron durante los primeros segundos. Después tuvieron una pequeña disputa a causa de un globo. El personaje a cargo de María Antonieta de las Nieves utilizó en algunas temporadas un saco torcido en su espalda. El verdadero nombre de La Chilindrina es Espergesia Valdés.
Don Ramón:
Es el núcleo de desarrollo de los demás personajes de El Chavo del Ocho. Sin Ron Damón (Don Ramón) no hay a quién cobrarle la renta y el Señor Barriga no tendría piso para existir; sin él no hay conflicto para Doña Florinda; sin él la Bruja (Doña Cleotilde) habría liquidado cualquier esperanza de enamorarse, sin él Quico no tendría a quién acusar y, sin él el Chavo, ahí sí, estaría huérfano. Su nombre real corresponde al del actor: Ramón Valdés.
Doña Florinda / La Popis:
Florinda Corcuera y Villalpando Viuda de Matalascayando es un nombre casi tan extenso como la condición arribista del personaje interpretado por Florinda Meza. Comenzó a identificar sus dotes culinarias a partir de la cocción de unos churros que intentó vender Don Ramón sin mucha fortuna. Luego, sin su hijo Quico, y con la presencia intermitente de su sobrina, La Popis (también interpretada por ella), montó un restaurante.
Profesor Jirafales:
El nombre real era Inocencio Jirafales, aunque también era Rubén Aguirre Jirafales o Maistro Longaniza, como quieran llamarlo. Fue a todas luces un antidocente porque nunca utilizó su creatividad para seducir a los alumnos. Siembre intentó conquistar, sin mayores argumentos que su vanidad a Doña Florinda. Aguirre nutrió a su célebre maestro con el tabaco y le también otorgó el Ta, ta, ta, ta, ta (cinco veces ta, nada más).
Señor Barriga / Ñoño:
Zenón Barriga y Pesado es el nombre completo de uno de los caseros más populares de América Latina. El dueño de la humilde vecindad nació en una de las viviendas de esa infraestructura en franca decaída. Se hizo a pulso, tuvo un hijo, Ñono, también interpretado por Édgar Vivar, y no se le conoció la esposa, aunque sí su mansión.
El Espectador