Venezuela aumenta su percepción como país corrupto, mientras continúa descendiendo su calificación en el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC), al registrar en 2020, año marcado por la pandemia mundial de COVID-19, unos escasos 15 puntos en una escala de 100.
En la evaluación anterior, el país obtuvo una puntuación de 16. Desde 2012, la nación suramericana cae en las posiciones, y ha pasado del puesto 165 al 176, para ubicarse entre los cinco países con más bajo desempeño, y tener la tercera calificación más baja. Además, Venezuela es percibido como el país más corrupto del continente americano.
La edición 2020 del IPC, difundida hoy (28-01-2021) por Transparencia Internacional, clasifica a 180 países y territorios por sus niveles percibidos de corrupción en el sector público, basándose en 13 evaluaciones y encuestas a expertos y empresarios. Utiliza una escala de cero (corrupción elevada) a cien (corrupción inexistente). Dinamarca y Nueva Zelanda encabezan este año el índice, con 88 puntos. Mientras, Siria, Somalia y Sudán del Sur están al final con 14, 12 y 12 puntos, respectivamente. Las otras dos peores calificaciones.
El IPC 2020 revela que la corrupción está socavando los sistemas sanitarios y contribuyendo al retroceso democrático en plena pandemia de COVID19. «La COVID-19 no es solo una crisis sanitaria y económica: es una crisis de corrupción. Y no la estamos superando», ha declarado Delia Ferreira Rubio, presidenta de Transparencia Internacional. «Hasta donde alcanza la memoria, ningún año ha puesto a prueba a los gobiernos como el que ha pasado, y aquellos que tienen los niveles más altos de corrupción han demostrado menor capacidad para afrontar el reto. Pero, incluso los países que ocupan los primeros puestos del índice tienen la obligación urgente de reconocer su papel en perpetuar la corrupción dentro y fuera de sus países».
El informe apunta que la corrupción constituye una gravísima amenaza a la vida y al sustento de los ciudadanos, especialmente cuando se combina con una emergencia sanitaria. Existe una correlación entre la ausencia de corrupción en el sector público de un país y un mayor gasto en sanidad. Por otra parte, la corrupción también es generalizada en la contratación de material sanitario. Los países con los niveles más altos de corrupción también tienden a ser los más propensos a sufrir atropellos del estado de derecho y las instituciones democráticas durante la crisis de COVID-19.
Datos destacados
Desde 2012, el punto de comparación más temprano en la metodología actual del IPC, 26 países han mejorado significativamente sus índices, incluidos Ecuador (39), Grecia (50),
Guyana (41), Myanmar (28) y Corea del Sur (61). Mientras otros 22 redujeron sus puntuaciones, incluyendo a Bosnia y Herzegovina (35), Guatemala (25), Líbano (25), Malawi (30), Malta (53) y Polonia (56).
Cerca de la mitad de los países llevan casi una década estancados en la misma posición dentro del índice, lo que sugiere que los esfuerzos de sus gobiernos para llegar a las causas primarias de la corrupción se han paralizado. Más de dos tercios tienen una puntuación por debajo de 50.
Recomendaciones
El pasado año trajo consigo desafíos a la integridad incluso en los países con las máximas puntuaciones, lo que demuestra que ningún país está libre de corrupción. Para mitigarla y afrontar mejor las crisis del futuro, Transparencia Internacional recomienda a todos los gobiernos:
Transparencia Internacional es la organización mundial de la sociedad civil que lidera la lucha contra la corrupción durante más de 25 años. Y, desde su creación en 1995, el índice de Percepción de la Corrupción se ha convertido en el indicador mundial de corrupción en el sector público. En 2012, Transparencia Internacional revisó la metodología utilizada para construir el índice, para permitir la comparación de las puntuaciones de un año a otro.
Transparencia Internacional