De cuento en cuento. Por Carlos Ismayel (@CYsmayel)

En estos tortuosos 22 años que hemos vivido los venezolanos, tanto Chávez como Maduro han usado el truco de los “cuentos chinos” para embaucarnos con sus malas mañas. Según la RAE, tal maniobra es entendida como “embuste, mentira disfrazada de artificios”, pero vale aclarar que no se trata de un engaño simple o evidente, sino de una mentira disimulada, ingeniosa, encajada dentro de una historia fantástica o de dudosa veracidad. Esta diferenciación viene dada por la palabra cuento, del lat. computus: “contar, calcular, que derivó en relatar sucesos y luego en fabulación”. Pues bien, así se tramó el cuento del “Por Ahora” que embelesó a más de un incauto que esperaba del falso redentor la solución mágica de los problemas de entonces. Hoy sabemos que ese truco fue para que unas mafias se adueñaran de los poderes públicos de Venezuela, para que se enriquecieran y hundieran a nuestro país en este lodazal en el que estamos patinando para ver como salimos de esta tierra movediza que nos engulle.

 

Después surgió el otro cuento de La Constituyente, según la cual Venezuela seria “un país sin pobres, sin tribus controlando los tribunales y que el petróleo y otros minerales serian del pueblo”. ¡Puras mentiras! Hoy somos el país más pobre de América, con la gente rebuscando sobras en esas calles donde están los lujosos restaurantes a cuyas puertas hay una exhibición de Ferraris o camionetas 4X4 blindadas y la industria petrolera en bancarrota. Pero los falsos revolucionarios siguieron con su fábrica de artificios y surgió el señuelo de «Las Misiones con los módulos de Barrio Adentro», en los que según Chávez se encontrarían las pastillas milagrosas para curar las enfermedades. Hoy esos dineritos de los bonos no alcanzan ni para comprar una cebolla y los médicos cubanos «pusieron los pies en polvorosa» dejando el pelero y a la gente desprovista de asistencia médica porque arruinaron los hospitales edificados en democracia. 

 

Pero el ingenio de los mentirosos no para y por eso presentaron «Planes de Seguridad, Zonas de Paz, con las Operaciones de Liberación del Pueblo» que no ha sido otra cosa que una banda asesina que liquidó miles de vidas, tal como lo certifico la Alta Comisionada de Los Derechos Humanos de la ONU, la ex presidenta de Chile, Michel Bachelet.

 

Han sido muy prolijos en eso de inventar todo tipo de subterfugios, desde los supuestos magnicidios hasta «los Gallineros Verticales o La Ruta de la Empanada», lugares en donde no se consiguen ni huevos ni nada que comer.

 

Ahora Maduro, bueno solo para imitar mentiras y cometer errores, sale con el último truco del Carvativir «las gotitas milagrosas para curar los efectos de la COVID-19». También inventa un esquema extraño de flexibilización del tiempo, con ese método de «una semana si, otra semana no», es decir según Maduro, en Venezuela hay COVID-19 una semana sí y la otra no. ¿Qué cosa más rara esa?, diría un cubano de La Habana. ¿Una persona se puede enfermar por turnos? La verdad es que no se paran en nada estos impostores. No les importa la vida de los venezolanos, eso debemos tenerlo clarísimo, es más que evidente que para ellos lo que realmente cuenta es seguir manejando lo que queda de nación, y por eso sus cuentos. Allá quién se los siga comiendo. 

 

Dr. Carlos Ismayel

@CYsmayel

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