Hace apenas unos días se cumplieron 63 años de uno de los acontecimientos políticos más trascendentales del siglo XX en Venezuela. Me refiero específicamente al movimiento cívico-militar que acabó con la dictadura que encabezó el General Marcos Pérez Jiménez. Se trata del 23 de enero de 1958. En efecto, en la madrugada de esa fecha, el pueblo civil y el uniformado, como expresión de una sólida unidad articulada por un liderazgo político que estuvo a la altura de los requerimientos de la Venezuela de aquel momento, le puso fin a esa tiranía.
Se podría afirmar, con muy pocas posibilidades de ser desmentido, que ningún sector social ni institucional quedó fuera de aquella coalición nacional que enfrentó el poderío del que disponía el dictador. Estudiantes, profesores, obreros, profesionales, empresarios, organizaciones de la sociedad civil, la iglesia, las universidades y los militares decentes y ajenos a las corruptelas del régimen, todos ellos aglutinados en una sola fuerza, mantuvieron en jaque al tirano y a sus más cercanos colaboradores durante varios días continuos, hasta que éstos fueron aplastantemente derrotados. Lamentablemente el dictador y algunos de los funcionarios de su confianza huyeron con unas cuantas maletas repletas de dólares.
Es posible que el hecho más relevante del 23 de enero de 1958 haya sido la voluntad unitaria de sus protagonistas. Quienes participaron en aquella coalición de fuerzas políticas y sociales, aunque cueste creerlo, eran personas entre las cuales había diferencias de toda índole, incluso personales y religiosas. Sin embargo todas esas diferencias pasaron al último plano, para darle prioridad a las urgencias que requería Venezuela. Obviamente la mayor parte de los venezolanos desconocen mucho de lo que sucedió entonces. Sólo conocen los hechos según la manera y la intención como se los hayan contado.
La crisis elevada a la categoría de tragedia que enfrenta hoy Venezuela, la que ni siquiera quienes la han generado la pueden negar, es varias veces superior a la que existía en 1958. Hoy más que nunca urge otro 23 de enero, que puede ser cualquier día. Es lo único que puede salvar a Venezuela, rescatar la democracia, el Estado de Derecho y recuperar los niveles de bienestar social y económico que se perdieron en los últimos veinte años. Posponer por más tiempo un esfuerzo de la naturaleza citada, es imperdonable para quienes tienen la responsabilidad de articular un movimiento unitario similar al que se constituyó el 23 de enero de 1958. ¡El liderazgo político democrático, si de verdad lo es, está obligado a dar la cara!
Antonio Urdaneta
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