El rostro oculto. Por Aylen Bucobo

“El perfeccionismo es una pulida colección de errores”, Mario Benedetti

 

El perfeccionismo se esconde tras el éxito, la inseguridad y el mecanismo de defensa ante los errores, las críticas y desaprobaciones.  

 

Un rostro oculto de lo perfecto, ese es el perfeccionismo que puede convertirse en tu peor enemigo o en tu mejor aliado, depende de cómo lo manejes. Puede hacerte daño o ayudarte a mejorar. Puede ser una virtud si no rebasa los extremos.  

 

Es como el amor de tu vida, pero ese que te hace daño, que te perturba y te roba la paz, como ese novio tóxico que se vuelve en tu sombra

 

Las personas que no suelen alcanzar sus metas en el tiempo que se las trazan y caen en depresión o se exigen demasiado, son perfeccionistas.

 

Cuando hago algo, debo hacerlo bien, sino no, no lo hago. Esa es una frase típica de la perfección. Lo ideal, es hacer lo mejor posible, aceptando que como seres humanos y podemos equivocarnos.

 

La persona perfeccionista se esfuerza siempre por mejorar cada vez más, pero nunca se siente satisfecha.

 

Además son personas muy metódicas, siempre hacen las cosas de la misma forma y siguiendo los mismos pasos. Si se salen de esa regla, no se conforman, siente que fracasaron.

 

El perfeccionismo moderado es bueno y de hecho, puede ser nuestro aliado, cuando lo sabemos manejar de manera que nos favorezca.

 

El problema se suscita cuando se convierte en obsesión. Allí, aparece la insatisfacción, intolerancia y la inseguridad.

 

Los perfeccionistas se niegan a cometer errores porque consideran que si se equivocan no valen nada. 

 

Viven constantemente en un asedio porque buscan siempre la aprobación de los demás. Por tanto, se sobre esfuerzan para que no los critiquen o desaprueben. Buscan ser los mejores en todo, son autoexigentes y critican de manera excesiva

 

El perfeccionista también es extremista, nunca valora los puntos medios, es decir, si no alcanzan una tarea al cien por ciento, no sirve.

 

Hacen fijación en los “debería”, todo es debería hacer esto o aquello. En vez de  quiero o deseo hacer esto o aquello. 

 

La psicología sostiene que tan mal hace el perfeccionismo que suma consigo la ansiedad y la depresión. Incluso un desorden en la alimentación.

 

La perfección es subjetiva, porque lo que es perfecto para alguien, para otros no lo es. Entonces, su significado depende de cómo la conciba cada quien.

 

La obsesión y el perfeccionismo son dos sustancias tóxicas que van tomadas de la mano y que aunque trabajan en combinación, al coincidir pueden explotar. Juntas son la peor ruina de un ser humano, el enemigo y la sombra oscura que va detrás y no le pierde pisada. 

 

La búsqueda de la perfección en todo, te agota, te roba la vida y vives en una angustia constante. No te deja disfrutar los buenos momentos y crees que hacer otra cosa que no sea trabajar, es perder el tiempo. 

 

Lo sano es ser tú mismo, vive tu propia vida y no la de los demás, ni basando tus actos en la aceptación de los otros.

 

Empieza a sanar, ponte metas reales, aquellas que puedas alcanzar. Mantente activo y ocupa tu mente de maneta creativa. Hay que trabajar pero también hay que disfrutar.

 

Cuando tengas tiempo para ti y descansar, realiza alguna  actividad que te guste. Busca relajarte y piérdete un rato para pasarla contigo mismo. ¡No permitas que lo tóxico domine tu voluntad y gánale a tu enemigo!

 

“El perfeccionismo está basado en la creencia obsesiva de que si corres con suficiente cuidado, pisando cada escalón perfectamente, no tendrás que morir. Lo cierto, es que morirás de todos modos y que muchas personas que ni siquiera miran sus pies, lo van a hacer mucho mejor que tú, y lo pasarán mucho mejor mientras lo hacen”, Anne Lamott

Aylen Bucobo

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