Espiritualidad y Semana Santa. Por Luis Acosta

Roberto Alejandro, el hijo mayor, le gusta más hablar de la espiritualidad en todo su esplendor que de la castidad o del Sermón de la Montaña donde históricamente hay que tocar la hazaña malvada de Judas. O de lo clásico o apostólico. Alega el ingeniero Acosta, en su disertación, que lo espiritual recoge más gente y cubre más espacio, se encarga más de la ampliación sentimental de la muchedumbre que de la cualidad de ella misma. 

Desde luego, el espíritu se cuela con mayor tamaño, democracia y destreza. Se reparte con mejor facilidad. Igual, la generosidad parece crecer de abajo hacia arriba y emerger con más fuerza. Entonces, desde lo alto se afina el pulso y la puntería apunta más a lo certero y seguro. Así, el espíritu es más pasión y visión y menos matriz, por lo tanto, mas espíritu.

De allí la fama del Espíritu Santo al conformar por distinción el Trío de Oro: El Padre, El Hijo y EL Espíritu Santo. Aparece así, en la nomenclatura divina, la célebre pregunta en el Catecismo: entonces, ¿hay 3 dioses? Bueno, ¡hay 3 Dioses en uno Solo! En consecuencia, El Padre es Dios, El Hijo es Dios y El Espíritu Santo también es Dios! ¡Así nace el Misterio de ls Santísima Trinidad!

El Catecismo, en las primeras edades de los niños, se ocupaba de hacer penetrar estos principios en la memoria de ellos y hacer perpetuo el recuerdo de El Dios Original y Vivo de los tres Dioses en Uno Solo. Por eso, en la Iglesia de San Felipe, cuya parroquia cubría desde el Puente España hasta la subida de la Richmond, en Los Haticos y La Arreaga, todos los domingos se impartía el catecismo a todo dar, tanto que en la tomas del conocimiento ecuménico daba gusto oír las respuestas de los niños entre 4 y doce años con puro espíritu, preparación y distinción. 

Pero esa narración se continuaba. Ya hombrecitos, antes de los 18 años, se desarrollaban los cursillos de cristiandad. Seglares estelares, como el Dr. Pedro Iturbe, fundador de la Asociación Antituberculosa de Venezuela con sede en Maracaibo y el abogado Betulio Romero Pineda desde el Banco Comercial de Maracaibo, le dieron fuerzas a los Cursillos de Cristiandad que llevaban excelentes expositores a darle prestigio y elevación a los cursos los cuales empezaron a escenificarse en el Hotel Granada de la Avenida Pichincha de nuestra ciudad.

A posteriori, en la Iglesia del Pozo, en la Avenida Universidad de Maracaibo, han seguido organizando los retiros espirituales para cursillistas pero la fuerza y vigor de San Felipe y del Corazón de Jesús, en la Avenida Bella Vista, todavía resuellan y quieren tener más vida y fortaleza en esta materia. 

Mas, lo ideal es retomar todas estas esencias de vida y legitimidad y volverlos a sembrar. Ganar nuevamente aquella espiritualidad que duró con complacencia en el tiempo y el espacio y que hoy se hace necesaria para el volver a nacer como Lázaro y la Resurrección de Cristo y lograr hacer regresar a los niños de Los Haticos al catecismo o la Iglesia La Milagrosa frente a los Helados Alfa y los Palacios de Roncajolo.

Para que los familiares del Dr. Cesar Casas Rincón y Tito Abbo, los fieles al Padre Quinto de La Bianca, de Puerto La Cruz en el Estado Anzoátegui; el Dr. Carmelo Contreras; los hermanos Cuervos, mis vecinos de la calle Venezuela; de Don Juan Mendiri de Beckobhlom; de Rosita Cohen. Del muñeco Renato, el sastre de San Juan de Dios y la Iglesia de Roa Pérez y su Obispado se vuelvan a inaugurar en fundación para retomar el catecismo de San Felipe, las homilías del Padre Rosado de San Juan de Dios que generaciones enteras lo vivieron con la organicidad de Betulio Pineda y su famoso ayudante el Ilustre Don Héctor Ocando conocido con cariño como el Cojo Ocando, quienes, por cierto, eran vecinos de la Iglesia El Corazón de Jesús por allá por los años 40-50s del siglo pasado.

Luis Acosta

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