Legado de Rudecindo Oberto. Por Antonio Urdaneta Aguirre

El magisterio venezolano, que está hoy enfrentado a sus peores momentos, acaba de perder a uno de sus luchadores sindicales con historia de la buena. A él le debemos mucho de las genuinas reivindicaciones de las que disfrutamos los educadores durante un período relativamente largo, las que dejamos perder hasta llegar a las condiciones que hoy rayan en una indigencia anunciada. Somos culpables de esa pérdida de logros económicos, laborales, profesionales y sindicales, porque permitimos que la unidad la hicieran trozos, de modo que hoy estamos divididos en diez pedazos, aproximadamente.

El líder al que me refiero es Rudecindo Oberto, un educador a carta cabal, quien siempre estuvo comprometido con las mejores causas de la educación, el magisterio y las comunidades educativas. Cuando le correspondió asumir posiciones en la primera línea de combate sindical, lo hizo con valentía, inteligencia y en función de las mejores conquistas socioeconómicas y laborales para los trabajadores de la enseñanza. Ningún gobernante nacional o regional, en función de patronos de los educadores al servicio del Estado, logró doblegar la voluntad combativa de Rudecindo Oberto.

El magisterio le confió responsabilidades desde que se desempeñaba como “Jefe de Célula” (más tarde se denominó “Delegado Sindical”) en las escuelas donde ejerció como maestro de aula durante muchos años. Por sus méritos profesionales, su vínculo proactivo con las comunidades educativas, sus cualidades personales y su trayuectoria en las tareas gremiales que tuvo a cargo, los educadores zulianos lo elegimos Presidente de la Federación Venezolana de Maestros (FVM), ejercicio que desarrolló hasta que el voto magisterial lo llevó a la Presidencia de la misma Federación a nivel Nacional. En aquel momento la FVM era la organización que agrupaba, fundamentalmente, a los maestros de educación primaria. Por su unidad, casi monolítica, la FVM se convirtió en la trinchera sindical más respetable y poderosa de Venezuela y, probablemente, de América Latina.

Rudecindo Oberto, el maestro que nunca dejó de ser maestro, deja un legado en las lides sindicales que siempre será un emblema para las nuevas generaciones de dirigentes magisteriales. Dios quiera que algún día, y cuanto más pronto será mejor, surjan esas generaciones; porque los trabajadores de la enseñanza, los profesionales de la docencia, están ávidos de un ejercicio sindical que esté a la altura de las exigencias actuales. ¡Paz a tu alma, amigo y colega Rudeciendo Oberto!

 

Antonio Urdaneta Aguirre
urdaneta.antonio@gmail.com
@UrdanetaAguirre

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