El doble impacto de la pandemia y la crisis política desatada en Birmania por el golpe de Estado podría llevar a hasta 25 millones de personas, o la mitad de la población, a la pobreza en 2022, apunta este viernes Naciones Unidas.
El informe, titulado «Covid-19, golpe de Estado y pobreza: efectos negativos combinados y su impacto en el desarrollo humano en Birmania», alerta que los datos de pobreza en el país podrían caer hasta cifras de 2005, tras registrar una década de bonanza económica a raíz de la transición hacia la democracia de la nación.
“En 12 años, de 2005 a 2017, Birmania logró reducir casi a la mitad el número de personas que viven en la pobreza. Sin embargo, los desafíos de los últimos 12 meses han puesto en riesgo todos estos avances en materia de desarrollo, que tanto ha costado alcanzar”, señala Achim Steiner, administrador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
El impacto de la pandemia ya había causado estragos en la débil economía birmana, donde hasta finales de 2020 el 83 % de los hogares había registrado de promedio una caída del 50 % sus ingresos, según el análisis del PNUD.
A la crisis sanitaria se suma el golpe de Estado militar del 1 de febrero y la brutal represión de las fuerzas de seguridad contra las manifestaciones en rechazo del mando castrense que podría causar otro fuerte aumento en la tasa de pobreza, apunta el organismo.
El golpe ha sido respondido por un movimiento de desobediencia civil que ha paralizado parte de la economía y la administración birmanas.
«Sin instituciones democráticas que funcionen, Birmania se enfrenta a un retroceso trágico y evitable hacia niveles de pobreza nunca vistos en una generación«, remarca Steiner.
Conforme a las previsiones, en 2021 el número de personas por debajo del umbral de la pobreza podría alcanzar hasta los 12 millones, un cuarto de la población, y de continuar la inestabilidad incrementarse hasta los 25 millones para el año que viene.
Las mujeres y los niños sufrirán la peor parte de la crisis y la tasa de pobreza se triplicará en las ciudades, según el estudio.
«Estamos siendo testigos de una crisis agravada de una fuerza y complejidad sin precedentes«, remarca Kanni Wignaraja, director regional del PNUD para Asia y el Pacífico, que urge a atajar de manera inmediata los problemas para evitar una «interrupción duradera» de la proyección de desarrollo en Birmania.
Desde el sublevamiento militar, las fuerzas de seguridad birmanas han reprimido violentamente las protestas contra el golpe, matando al menos a 759 civiles, según el recuento de la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos (AAPP).
También mantienen detenidas a más de 3.400 personas, incluida la depuesta líder del gobierno democrático Aung San Suu Kyi, mientras que otras 1.276 se encuentran en busca y captura por oponerse a la junta militar encabezada por el general Min Aung Hlaing.
La situación actual de la pandemia es una incógnita debido a la práctica paralización de las pruebas para detectar el virus -en parte por la huelga del personal sanitario que se opone a trabajar para la junta militar- y de la campaña de vacunación.
El Ejército birmano justifica el golpe por un supuesto fraude electoral en los comicios del pasado noviembre, en los que arrasó el partido de Suu Kyi, como ya hiciera en 2015, con el aval de los observadores internacionales.
EFE