Acuerditis Crónica. Por Leandro Rodríguez

La primera gran objeción para con este nuevo acercamiento entre oposición legítima y el régimen, es que lamentablemente se realiza luego de eventos que debieron ser la etapa inicial de un sincero acuerdo, demostrando así legítima voluntad política, debió celebrarse antes de las parlamentarias y de la designación del CNE… no olvidemos, el poder político más importante en una democracia es el parlamento, porque controla al ejecutivo y designa los demás poderes nacionales, entre ellos, CNE, TSJ, Fiscal General. Es decir, dudamos hondamente de la voluntad política del régimen, de los resultados de este acuerdo.

La segunda objeción. Estamos seguros, el chavismo prevé entregar algunas gobernaciones y alcaldías a sus colaboradores, aún así las mismas tienen una camisa de fuerza que las convierte en entes disfuncionales, pues el régimen les restó recursos y competencias constitucionales, además de imponerles a dedo protectores. Por si fuera poco, pende sobre la democracia venezolana la estocada final, un pretendido Estado Comunal que cambia absolutamente la organización territorial y la elección de representantes… el chavismo no da puntada sin dedal.

La tercera objeción. Otra estratagema que el régimen pretende imponer bajo este “acuerdo” es arrastrar al país al escenario del revocatorio. En primer lugar, porque le permitiría transitar lo que resta de 2021 políticamente más tranquilo. En segundo lugar, porque sí la oposición legítima y sus aliados aceptan el revocatorio automáticamente estaría reconociendo al “Gobierno de Maduro”. En tercer lugar, en 2016 el régimen aprendió como abordar este evento. 

Última objeción, una gran interrogante: ¿Por qué esperar el chavismo ceda sí tal como se encuentra hoy puede permanecer en el poder 20 años más, pues posee control absoluto de las armas, instituciones y riquezas de la nación al burlar las sanciones? No tiene el menor sentido.

Otro agravante: Noruega y Zapatero repiten, protagonistas de anteriores acercamientos fracasados, no hay elementos que nos permitan augurar nada distinto: mismos actores, mismas propuestas, mismos resultados.

Lo hemos reiterado en oportunidades anteriores. Venezuela aguarda por un liderazgo que destrabe la mecánica de la política nacional, sepa escalar las elecciones inconstitucionales, abstenciones y diálogos estériles. El país requiere una oposición que haga valer su legitimidad dentro del país, internacionalmente y sepa operar imponiendo una agenda que desde hace tiempo tiene que pertenecerle.

No puede existir un “Acuerdo de Salvación Nacional” con un régimen cómodo en el poder, amor y señor dentro del territorio nacional, con aliados internacionales que le facilitan burlar las sanciones y con una población que, ante la inutilidad de sus actores políticos, teje una economía paralela de subsistencia no dependiente del gobierno ni de oposición alguna.

Quien les escribe quisiera el referido acuerdo (al igual que los anteriores) funcionasen, pero la política es realidad, tener los pies sobre la tierra, y muy lamentablemente, atendiendo a los actores participantes, no se avizoran resultados positivos ¡No se puede tratar democráticamente a quien la democracia es solo un ornamento discursivo! 

 

Leandro Rodríguez

@leandrotango    

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