Su voz emite la emoción en el hilo telefónico desde Trujillo. El artista larense Luis Enrique Mogollón fusiona su creatividad con la fe y lo plasmó en el mosaico «Nuestro Santo venezolano». Este viernes en el gran día de la ceremonia de beatificación de José Gregorio Hernández uno de los tributos fue la develación de esta obra, que permanecerá en la iglesia «Nuestra Señora del Rosario», en el santuario de Isnotú.
Las más de 3 mil piezas entre mínimos trocitos de cerámicas, vidrio y espejo dieron el concepto esperado por Mogollón. Muestra al Dr. José Gregorio Hernández de bata blanca y con su estetoscopio cayendo de sus hombros. «Es un placer poder exaltarlo y justo en su santuario», expresó de esta obra de 3 metros de alto, que fue concebida como un proyecto desde hace aproximadamente 2 años, hasta lograr la aceptación en la tierra natal del médico de los pobres.
Entrega total
Su concepto inicial no fue modificado. Se aprecia al científico universal y hombre de fe, cuando incorpora la luz divina emanada desde atrás por el Espíritu Santo. Desde allí, se tiñe de los rayos blancos y amarillos, esos que se anteponen a los matices de azules y grises. El contorno de las nubes, que dejan una especie de cúpula, se acerca más al humano. Todo intencional, para realzar esa personalidad humilde y entregada a la ayuda al prójimo desde la medicina.
Su aureola radial que lo identifica como beato, cobra fuerza de la luz celestial de la tercera persona de la Santísima Trinidad. Mogollón detalló lo exigente de esta pieza para ser lo más real posible, supervisando el trabajo de sus 4 ayudantes en el taller, pero perfeccionando la técnica con su experiencia de más de 15 años de carrera. Su rostro ameritó especial atención en el contorno de los ojos, para conservar la naturalidad de su mirada entre tantos fragmentos y determinar la exactitud de sus rasgos faciales.
Mogollón creció creyendo en el Dr. José Gregorio Hernández, por la fe inculcada por sus padres Aura y Armando. Estaba incluido en las oraciones diarias y con más fuerza, por la enfermedad de su hermano Tubalcaín, quien sufría deficiencia renal desde pequeño y tenía un pronóstico de vida hasta los 13 años. «Su intercesión ocurrió a los 11 años, cuando se complicó y retenía más líquido», recuerda con voz entrecortada y agradece que hoy tiene 35 años, siendo padre de 3 hijos y sin la mínima molestia en sus riñones.
Lo religioso siempre está presente en este artista plástico que sabe cambiar de formatos y adaptarse fácilmente a un lienzo, como un mural que supere los 2 metros de altura. Los barquisimetanos lo identifican por sus obras a la Divina Pastora y destacados deportistas como Robert Pérez, Luis Valbuena, José Castillo, entre otros. Su proyección se extiende hacia Colombia y Panamá, países donde existe el sello del mosaico de Mogollón.
La Prensa de Lara