Todavía está muy borroso el mensaje de quienes abonan hechos y palabras en función de una verdadera unidad política democrática. Pocos entendemos las marchas y contramarchas de los líderes que, según ellos, representan a la oposición. Las contradicciones y los antagonismos viscerales entre sí, se parecen ya a un redundante discurso disociador que sólo conduce a consolidar la dispersión de voluntades y a la ampliación de la brecha que hace tiempo empezó en el bloque opositor.
Nadie, o muy pocos, escapan en cuanto a la nutrición de esa conducta divisionista. Aunque uno se resista a creerlo, hasta este momento la mayoría de los factores políticos de oposición, o autocalificados como tales, tienen bastante tiempo prestándole servicios (¿gratuitos?) a la dictadura. A tanto han llegado por ese camino, que se han colocado apodos entre ellos, para diferenciarse unos de otros.
Los Alacranes, Colaboracionistas, Enchufados, Radicales, G4, Arrimados, Parrilleros, Chigüires, Sapos, Arribistas y quizás cuantos remoquetes más, son nombres que cada día se popularizan más en el argot político nacional, cuando se trata de identificar a un grupo y organización partidista determinada. Esto sin contar los minipartiditos que han aparecido como “arroz picado”. El archipiélago tiene numerosas islas e islotes; tal como lo soñó y le conviene al régimen.
Frente a un cuadro tan dramático que en ese sentido acusa la oposición política venezolana, un obligatorio esfuerzo está planteado: la unión real de todos los opositores, sin discriminaciones ociosas ni subjetivas y haciendo caso omiso del “tamaño” de cada partido. Luego organizarse y participar, con sobradas posibilidades de éxito, en los procesos electorales que se avecinan. Es necesario derrotar a la dictadura, cualquiera sea el escenario electoral. Así sea en un condominio, para debilitar parte por parte.
Pretender hacerlo todo de una sola vez, ya se ha demostrado que luce difícil. Cuando un árbol es elevado y frondoso, lo mejor es cortarle rama por rama. La otra opción es la entrega y la resignación definitiva. ¡Sólo un camino y un senderito! En síntesis, necesitamos una sola oposición y sin apodos. ¡Quienes se nieguen a participar en esas condiciones, al descubrirlos quedan como aliados “gratuitos” del régimen!
Antonio Urdaneta Aguirre
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