El número de fallecidos en un potente ataque suicida con un camión bomba en una casa de huéspedes del este de Afganistán subió a 21 personas, con otras 90 heridas, dijeron las autoridades el sábado.
Nadie se atribuyó de inmediato la autoría del atentado del viernes en la noche en Pul-e-Alam, la capital de la provincia de Logar, ni había por el momento explicación alguna sobre el móvil. En Afganistán, las casas de huéspedes son alojamientos gratuitos operados por el gobierno y suelen acoger a gente pobre, viajeros y estudiantes.
El Ministerio del Interior culpó rápidamente a los talibanes, pero el grupo insurgente no se pronunció al respecto.
El ataque se produjo en la víspera de la fecha oficial para el inicio del retiro de los soldados de Estados Unidos y de la OTAN del país. Los talibanes, que habían exigido la salida de las tropas estadounidenses antes del 1 de mayo, no ofrecieron garantías de seguridad para el operativo.
No había indicios de que el atentado estuviera vinculado a la retirada, y en Logar no hay soldados estadounidenses ni de la OTAN.
Hasib Stanikzai, director del concejo de la provincia de Logar, explicó que, en el momento del ataque, un grupo de agentes de la policía local se alojaba en la casa de huéspedes, a la espera de un transporte para regresar a casa. Otras habitaciones estaban ocupadas por estudiantes de distritos más lejanos que habían ido a la ciudad para los exámenes de ingreso a la universidad.
El ataque está siendo investigado, y el techo del inmueble se vino abajo en el atentado, señaló Tariq Arian, portavoz del Ministerio del Interior. Hay temores de que haya cuerpos atrapados debajo de los escombros, agregó.
Después de 20 años, Washington está poniendo fin a su “guerra eterna” en Afganistán. A partir del sábado, los últimos 2.500 a 3.500 soldados estadounidenses que siguen allí empezarán a salir del país y, a más tardar el 11 de septiembre, ya no quedará ninguno.
La salida coincide con la recuperación de los talibanes, que controlan o tienen influencia sobre más de la mitad de Afganistán.
AP