La experiencia que viví, el drama que presencié el sábado 5 de junio ya es del conocimiento público; mi artículo con este mismo título fue elocuente en los detalles y preciso en las observaciones pertinentes. Era necesario demostrar cuánto hay de vocación genocida en la actitud del régimen político venezolano, con respecto al manejo de la vacunación contra el COVID-19.
Sobran las posibilidades de organizar un verdadero Plan de Vacunación, sin trabas de ninguna naturaleza, con todas las facilidades para los usuarios del proceso de inmunización. ¿Por qué entonces la dictadura transita los caminos más torcidos? La respuesta es simple: porque también esto fomenta parte de la poca preocupación del oficialismo para combatir eficientemente las graves consecuencias de la pandemia china.
Es indudable que si el régimen tuviese la disposición de hacer las cosas bien, con la convicción humanista que demanda la situación, nadie sería sometido a los riesgos que se deben evitar. Aun en los mismos sitios que han escogido como centros de vacunación, podrían establecer condiciones más favorables para los beneficiarios del servicio. Pueden hacerlo sin necesidad de que se hagan colas de los seleccionados para recibir las vacunas.
Incluso, si quisieran dispondrían de la plataforma tecnológica que les sirve de soporte para lo que hacen actualmente, en función de atender situaciones en el domicilio de quienes ya han sido previamente seleccionados. ¡Si de verdad sienten que son los responsables de que el proceso de vacunación resulte exitoso, tienen que ofrecer y dar facilidades!
Antonio Urdaneta Aguirre
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