La canciller Angela Merkel, ha visitado este domingo las zonas afectadas por las inundaciones que han devastado el oeste de Alemania, provocando la muerte de al menos 157 personas, según el último balance, además de cientos de desaparecidos y cuantiosos daños materiales. Merkel eligió el estado federado de Renania- Palatinado, que junto al de Renania del Norte-Westfalia, es el más afectado, para expresar su consternación por lo ocurrido y prometer ayudas a los damnificados y para la reconstrucción. Anunció que el miércoles, el Gobierno aprobará en consejo de ministros un plan de emergencia, cuya ejecución estará en manos de los Länder afectados en cooperación con los municipios.
«Haremos frente a esta fuerza de la naturaleza, a corto plazo, pero también a mediano y largo plazo», declaró Merkel tras recorrer con la ministra presidente de ese Land, Malu Dreyer, lo que describió como «escenas fantasmagóricas». «El idioma alemán apenas tiene palabras para describir la devastación provocada aquí», lamentó la canciller, quien, en un ejercicio de autocrítica, abogó por una política «que tenga en cuenta la naturaleza y el clima más de lo que hemos hecho en los últimos años».
El sector de las aseguradoras le da la razón. «En muchos lugares se está descuidando la adaptación a las consecuencias del cambio climático», declaró Jörg Asmussen, director general de la Asociación
Alemana de Seguros (GDV), al dominical Welt am Sonntag. Según Asmussen, se sigue edificando en zonas inundables y las inversiones en medidas preventivas se encallan a nivel municipal. «Tenemos que cambiar el rumbo en este sentido, de lo contrario entraremos en una espiral de nuevas catástrofes y daños crecientes, que primero serán caros y luego, en algún momento, inasequibles», alertó.
Merkel ha tardado cuatro días en acudir a la zona siniestrada, dado que la tragedia le sorprendió de visita en Estados Unidos y el sábado se lo tomo de descanso y para celebrar su 67 cumpleaños. Llenó su ausencia el Jefe del Estado, Frank-Walter Steinmeier, que viajó a Renania del Norte-Westfalia, para ver in situ la magnitud de la tragedia. De su paso por ese Land, gobernado por Armin Laschet, a la postre cabeza de lista de la Unión Cristianodemócrata (CDU) a las elecciones generales de septiembre, sólo ha quedado una polémica. Mientras Steinmeier se dirigía a los medios con frases cargadas de emoción y solidaridad, las cámaras captaban las risas de las personas que le esperaban a sus espaldas.
Una de ellas era Laschet. Su comportamiento jocoso en mitad de una tragedia y mientras hablaba el Jefe del Estado no le beneficia como candidato a la Cancillería.
Merkel ha sido más sobria, igual que su ministro de Finanzas y rival de Laschet en las elecciones de septiembre, el socialdemócrata Olaf Scholz. En el curso también de una visita a las zonas afectadas, Schloz ha prometido, mientras se evalúan daños y se diseña un plan de reconstrucción, ayudas directas por valor de 300 millones de euros. Su colega de Economía, el conservador Peter Altmaier, ha propuesto, además, un pago único de 10.000 euros para las empresas doblemente afectadas por las inundaciones y la pandemia.
Alemania tiene recursos para salir adelante, pero la prioridad absoluta en estos momentos es rescatar a posibles supervivientes y localizar a los desaparecidos. «No vamos a descansar hasta que los localicemos», aseguró Dreyer. Las labores de desescombro han comenzado. Decenas de coches han podido ser removidos del lodo con la ayuda de grúas y, aunque los medios alemanes rehúyen en sus informaciones de detalles escabrosos, en esta ocasión sí han informado de que los servicios de protección civil no han encontrado por el momento muertos en el interior, como así se temía.
La muerte y la destrucción están sin embargo por doquier. La pequeña ciudad de Bad Neuenahr-Ahrweiler, por ejemplo, ha quedado reducida a escombros. Las calles han desaparecido bajo el lodo y una lava de muebles y electrodomésticos rotos entre coches empotrados. El muro del siglo XIII que rodea el pueblo está medio destruido. Hasta el patio de una de las casas adosadas a esa muralla llegó, arrastrado, el cadáver de una mujer. «Necesitaron varias horas para llegar hasta aquí y recogerla», cuenta Peter Geller, el propietario de la vivienda.
La pérdida de lo mucho o lo poco que los habitantes de estas zonas tenían y el estrés emocional, de miedo e impotencia que supone vivir en primera persona la cólera de la naturaleza, ha hecho que el Gobierno regional de Renania Palatinado amplíe su oferta de ayuda psicosocial. «No queremos dejar solas a las personas que están sufriendo la pérdida de un ser querido por este temporal catastrófico, se encuentran en una situación de emergencia o que lo perdieron todo», explicó el ministro de Asuntos Sociales, Alexander Schweitzer.
La disposición a ayudar es grande, tanto entre los habitantes de las zonas afectadas como en el resto del país. Los campamentos con donaciones de alimentos y vestimenta están bien abastecidos, por lo que se ha pedido a la población que, cubiertas esas necesidades, dirijan sus donativos a las cuentas bancarias abierta para tal fin.
El Mundo