Hemos escrito harto acerca de la abstención, según nuestra opinión, es un fenómeno espontáneo, el sentimiento más legítimo arraigado en la población venezolana. Ella encarna el profundo rechazo a las instituciones públicas psuvizadas, asesinas del voto, que durante más de dos décadas solo se dedican a la imposición del castrismo en Venezuela a todo costo.
Pero también la oposición se hace merecedora de la abstención, por las razones que sean, ella no ha podido impactar positivamente en la nación, la vía electoral ha sido un rotundo fracaso, el régimen termina preservando las competencias, facultades y recursos de todo lo que por el sufragio los venezolanos le hemos quitado. Esa carencia de resultados desmotivó a las personas continuar votando en un sistema diseñado de y para el chavismo.
Tras el “Acuerdo de Salvación Nacional” pudiera estar una decisión muy polémica, participar el 21 de noviembre en las elecciones regionales/municipales. Asombra que la oposición crea en sus manos está la decisión de votar o no del venezolano, no es así.
Quien les escribe es demócrata al 100%, quisiera el voto sea la herramienta ciudadana que nos permita corregir el rumbo del país, pero la realidad es otra, sencillamente el voto en chavismo es nulo, tanto que por la vía electoral el propio chavismo ni se debilita ni se fortalece, es una pantalla detrás de un régimen que día a día se radicaliza más y más. Ni siquiera con el fracaso de la “constituyente” el régimen logró algo, solamente creó otra instancia desconocida por el mundo, que solapó facultades con el TSJ, el CNE, además de generarle la pérdida de todo vestigio legal que recaía en el chavismo. Lo electoral, incluso para el chavismo, es inoficioso.
Otra realidad, nos guste o no, es que la oposición “reconocida” gira en torno a Guaidó, y es ella la que puede convalidad o no los actos del régimen, es decir, el hecho que desde 2017 ciertos personeros se han candidateados haciéndose pasar por opositores, en nada compromete a la oposición venezolana, sencillamente, han sido intereses personalistas los que han motivado esas empresas también fracasadas.
Siendo así, en las manos de Guaidó está convalidar el 21N ante el mundo, darle una ducha de democracia al castrismo venezolano, para lo cual deberá explicar las razones por la que se “pudiera” participa en una elección tras 4 años de abstencionismo, pero peor aún, explicar por qué hacerlo cuando las condiciones electorales son, por mucho, peores a las anteriores.
El chavismo no da puntada sin dedal, podrá pactar la entrega de algunos espacios que hoy le estorban, así en el corto plazo compartirá la responsabilidad del destre de las regiones y municipios con la oposición (o con quien pacte). Ello sin mencionar que desempolvó el Estado Comunal.
En conclusión, el régimen sabe muy bien lo que hace, al final del día, con oposición o sin ella, el 21N será otro proceso con abstención histórica, la diferencia será que sin la oposición orgánica (la de partido), la abstención se continuará endilgando al chavismo, quien mantendrá mismo poder en misma condiciones actuales, pero si la oposición participa, el chavismo también mantendrá el mismo poder y la oposición pagará un alto costo político, se hará copropietaria del, repetimos, el sentimiento más autentico y legitimo que reina en el país: la abstención.
Leandro Rodríguez
@leandrotango