Poco hay de suerte en la gesta de Romain Cannone. Tenía por su lado del cuadro a los tres primeros del ranking mundial –que a su vez eran campeón, subcampeón y tercero del último Mundial–, al ganador del oro en Londres 2012 –el venezolano Rubén Limardo– y en total a otros tres subcampeones del orbe.
Cannone, de apenas 24 años, entró a mediados de junio al poderoso equipo francés (número uno mundial y actual campeón olímpico) como reemplazo de Daniel Jérent, que en noviembre pasado dio positivo en un control antidopaje en el que se le detectaron trazas de un diurético.
Tal vez Cannone ya se había atrevido a soñar con Tokio, porque en abril de 2020 Jérent sufrió un accidente automovilístico que le ocasionó una doble fractura de fémur. Pero la verdad es que hasta el anuncio de la segunda suspensión de este por dopaje (la primera fue administrativa porque no fue posible localizarlo en tres controles fuera de competencia en 2019), el nombre del explosivo tirador no había sido pronunciado sino asociado a la palabra «reserva».
En Japón, Cannone, 47 del ranking mundial, fue seleccionado para tirar individuales por encima del número 38 Ronan Gustin, integrante francés del equipo que ganó el Mundial de Budapest.
Ninguno de los otros titulares galos, como el campeón mundial de Wuxi 2018 Yannick Borel y el número 11 del planeta y ganador de la Copa del Mundo de Heidenheim 2019 Alexandre Bardenet, trascendió más allá de los octavos de final.
Cannone inició su camino despachando al penúltimo campeón olímpico, dos veces subcampeón mundial y noveno del mundo, Limardo, quien fue el que más resistencia le hizo a juzgar por la pizarra 15-12, aunque siempre lo mantuvo por debajo en el marcador.
Luego le tocó enfrentar a otro veterano, el séptimo del orbe Bas Verwijlen de Países Bajos, subcampeón en el Mundial de Catania 2011, a quien despachó 15-11.
Pero lo más duro vendría a partir de la final de ocho, en la que se encontró con el número dos del escalafón y subcampeón individual en Budapest 2019 Serguéi Bida, que en Tokio compite con la bandera del Comité Olímpico Ruso debido a las sanciones al país por el llamado «dopaje de Estado». Un nuevo 15-12 lo alistó para luchar por las medallas.
En semifinales fue el turno de Ihor Reizlin: un ucraniano que aparecía de tercero del orbe, ganó bronce en el Mundial de Budapest 2019 y este mismo año dominó la Copa del Mundo de Kazan, en Rusia. 15-10 fue todo lo que Cannone tuvo para decir.
En la final volvía a estar otro húngaro, Gergely Siklósi, monarca universal y líder del ranking mundial, y su suerte no fue muy distinta a la del último magiar que buscó un oro olímpico en espada. En Río 2016, Géza Imre llegó a estar 14-10 arriba y terminó cediendo la corona ante el sorpresivo surcoreano Park Sang-Young. En Tokio 2020, Siklosi tuvo menos opciones ante el joven Cannone que se impuso por 15-10.
El triunfo del atleta nacido en Boulogne-Billancourt, que vivió de pequeño en Brasil y se inició en la esgrima en Nueva York, pone punto final a una larga sequía francesa en los Juegos Olímpicos.
Desde 2004, cuando Brice Guyart ganó el oro del florete, ningún galo había subido a lo más alto del podio en un torneo masculino olímpico individual de esgrima. Específicamente en espada –un arma en la que Francia es considerada capital mundial–, la espera fue aún más larga: Éric Srecki fue el último medallista dorado, en Barcelona ’92.
Durante ese mismo periodo, Francia había ganado siete coronas por equipos en Juegos Olímpicos de varones, pero no había encontrado a la figura que emulara esos logros en individual. Ese ciclo se cerró este domingo, gracias a un atleta que hace un mes ni siquiera era candidato a viajar a Tokio.
France24