Buscando alejarme un poco de la turbulenta política, la incertidumbre económica y el estrés vial, Lima Metropolitana, me ofreció una ruta, totalmente amigable, que te direcciona a uno de sus 43 distritos o municipios de esta región cargada de paz, historia, naturaleza pura, distracción, música y exquisita gastronomía peruana, que puedes explorar en 3.33 kilómetros cuadrados.
Se trata Barranco, un atractivo paraíso urbano a una altitud de 64 metros sobre el nivel de mar, que amontona diversos paisajes, rodeados de historia, que te incitan a querer estar al tanto de todo su ayer, en tan sólo un día; mientras la brisa del océano pacífico, impacta tu cuerpo en cada paso.
Agendar una excursión a la capital del Imperio Inca en Cusco o al oasis desértico de la Huacachina en Ica, me permitió echarle un vistazo a la zona turística de Barranco, y sin gastar mucho dinero, conocí un nuevo y espléndido lugar del sur limeño.
En este pequeño espacio puedes descubrir hechos transcendentales que marcaron un antes y un después en la comunidad de Barranco, que pasó de balneario pesquero a uno de los barrios más “hipster” del mundo, según conocedores del enigmático destino.
La cultura “hipster” está integrada por jóvenes bohemios que desarrollan sus cualidades artísticas e intelectuales en espacios como Barranco para su crecimiento profesional, y vaya que se destacan en este territorio, donde quedan atrapados por lo que llaman la “magia barranquina”.
La “magia barranquina” contagia en cuestiones de segundos desde el mismo instante que pisas la estación “Bulevar” de la vía exclusiva del Metropolitano (una ruta rápida para llegar a Barranco). No te imaginarias que estarías en uno de los lugares más históricos y asombrosos de Lima.
La Plaza Municipal de Barranco, construida en 1898, te da la bienvenida para mostrarte una vista panorámica bien armoniosa de toda su estructura, respaldada por un colorido jardín y esculturas de mármol italiano.
Es inevitable dejar una huella por este antiguo parque, pero quedarás más impresionado cuando tu vista apunte a la Biblioteca Municipal, una estructura colonial asentado en Barranco desde el primero de octubre de 1922.
El recinto del saber lleva por nombre «Manuel Beingolea», y está erigida en un estilo neoclásico, con firmes columnas, una torre y un reloj en la parte superior.
Para el Instituto Nacional de Cultura, la Biblioteca Municipal de Barranco es considerada monumento histórico del país sudamericano que, según lugareños, es testigo del indetenible desarrollo de este paraíso en toda la costa verde de Lima.
También pueden toparse con la iglesia Santísima Cruz, el principal templo católico de Barranco, construido en 1900, que desde entonces protege los pasos de propios y extraños, durante todo el recorrido por la ciudad bohemia.
Detienes la travesía al llegar al Puente de los Suspiros, una emblemática estructura de madera, de 44 metros de largo, que muestra gratamente su estilo colonial y el significado que tiene para el Perú.
La historia cuenta que este paso peatonal elevado, casi fue derribado durante la guerra del pacífico entre Perú y Chile en 1881. Transcendió que tropas chilenas incendiaron la ciudad de Barranco y destruyeron el templo de la Ermita y el Puente.
Además, la estructura colonial sirve, en la actualidad, de escenario para el encuentro de parejas enamoradas y pedidas de matrimonio.
Debajo del Puente de los Suspiros se encuentra la “Bajada de los Baños” que te llevará a conocer el océano pacífico.
¿Cómo bajas para sentir de cerca el bullicio de las olas del mar? Un lugareño explica que tienes que atravesar la “Bajada de los Baños”, un simbólico camino que se transformó de una quebrada natural, por donde bajaban los pescadores, a un pasaje lleno de flora y pintorescas casas coloniales, que hipnotizan por su belleza en todo el trayecto.
Durante la bajada, cientos de personas siguen la ruta de sus antepasados, una pequeña loma verde similar a las de Cubiro en Venezuela; restaurantes, un museo, una casa muy extraña se deslumbraban en el camino.
Pero llagando al mirador se puede apreciar, en su máximo esplendor, el océano pacífico, un horizonte impresionante captada en tiempo real.
Allí me quedé varios minutos contemplando el regalo de la naturaleza, como las aves jugueteaban con las olas, captando el sonido sin matices de la biósfera, y ver como la transitabilidad urbana cotidiana logró conquistar el mar turbulento y agitante del pacífico, para siempre.
La travesía en Barranco quedó corta pues existen espacios que faltaron por descubrir, pero seguro que en la próxima aventura mi cámara captará cada historia y cada momento del gentilicio barranquino.
@arroyoraul30 / Foto: Raúl Arroyo