El latín fue la lengua culta y científica en el mundo occidental hasta el siglo XVIII. Por tanto, no es de extrañar que aún se conserven muchas frases en especial en el mundo jurídico. Cuando un abogado suelta un latinazo de esos que nadie entiende pareciera que se encaramara en un alto podio desde donde muestra a los pobres mortales su extraordinario saber y con eso da por terminado y planchado el asunto.
Copiando esto, hemos tenido la osadía de titular esta nota “incredibile negotium” para referirnos a la actual negociación que ocurre en México entre el régimen mandón y la oposición venezolana. Con este truco esperamos que los comentarios que siguen sean considerados como de muy sesuda reflexión, cosa que no habríamos obtenido con algún majunche título en castellano.
No hay duda que lo que está por ocurrir en México es la opción más prometedora de los últimos años para lograr una solución real al conflicto venezolano. Como toda buena negociación de carácter político ya tiene, antes de comenzar, unas cuantas perlitas animosas tales como “fracaso seguro” “pérdida de tiempo” “cohabitación con el régimen” “traición a los venezolanos” y muchas otras que no recuerdo, pero lo cierto es que el escenario está vestido y van a salir a escena los representantes de cada bando a discutir según una agenda acordada.
La presencia “de cerquita” de varios países importantes, interesados en que mejoren las cosas y esperando los resultados, le da un ambiente promisor al asunto, pero, en nuestra opinión, lo mejor que tenemos en esta ocasión es que los intereses principales de las partes marchan en vías de tren paralelas y no debería ocurrir un gran choque que le ponga fin al viaje. Nos explicamos.
Si le quitamos muchas palabras a lo ya adelantado, los empeños de cada parte podríamos resumirlo como sigue, La oposición quiere un cronograma electoral firme de elecciones presidenciales y de Asamblea con un árbitro creíble, con condiciones adecuadas y pronto. El régimen quiere que tanto su Asamblea como su presidente sean reconocidos, termine la asamblea 2015 y la presidencia interina y, en consecuencia, recuperar todos los bienes retenidos y el cese de las sanciones. Esta es la fortaleza de esta negociación pues las dos cosas pueden suceder al mismo tiempo declarándose los dos bandos ganadores.
Lo que realmente se va a discutir son los detalles de cada asunto, por ejemplo, los opositores quieren elecciones en julio de 2022 para presidente y Asamblea, el régimen dirá que las fechas son las ya establecidas de 2024 y 2025. Pues habrá que negociar una fecha. Los opositores pedirán un nuevo CNE, el régimen insistirá en usar el actual y tal vez se acuerde una comisión superior para el aseguramiento de la trasparencia en todas las fases. El régimen pedirá el cese de la AN 2015 y la presidencia interina, los opositores estarán de acuerdo si liberan a los presos políticos. El régimen pedirá el cese de las sanciones y la oposición propondrá un cronograma para hacerlo. Los opositores pedirán apertura a la ayuda humanitaria y el régimen pedirá regresar el oro depositado en Inglaterra. El régimen exigirá la vuelta de Citgo a su control y podría acordarse hacerlo, pero manteniendo la junta directiva actual hasta las elecciones de presidente de la república.
Por supuesto que todo esto son “inventos” solo para ejemplificar como podrían desarrollarse las discusiones, pero esta vez los dos bandos pueden salir victoriosos en sus aspiraciones mayores.
Evidentemente el régimen sabe que tendrá que ceder en adelantar una fecha para las elecciones, de manera que, bajo su visión, cuanto antes levanten las sanciones y pueda recuperarse económicamente mejor. En nuestra opinión hay que ceder en todo lo que el régimen reclame para su fortaleza económica de manera de que puedan también ver las elecciones no como un patíbulo sino como una opción hasta posible de ganar.
Al finalizar la negociación la oposición proclamará su gran victoria de tener un cronograma electoral en condiciones confiables y supervisadas y, por su parte, el régimen alardeará de su triunfo sobre Guaidó y la AN 2015 a quienes convirtieron en polvo cósmico y a los que vamos a derrotarlos otra vez en unas nuevas elecciones.
Evidentemente de lo que se acuerde a la realidad habrán “bemoles”. Por ejemplo, si el acuerdo fue liberar a los presos políticos el régimen lo haría a cuenta gotas o si se acordó terminar con el interinato de Guaidó, seguiría picando el que muchos países lo sigan reconociendo y decenas de casos parecidos. Pero es el llegar a las elecciones el punto principal y no deberemos quitarle la vista a ese objetivo.
Ojalá y las cosas se den pues sería muy triste tener que solucionar “A verbis ad verbera” que quiere decir pasar de las palabras a los trancazos.
Eugenio Montoro