Manny Pacquiao perdió la sonrisa en un único momento este sábado en Las Vegas. Fue cuando se confirmó su derrota ante Yordenis Ugas. El cubano se quedaba con el Mundial WBA del welter y al filipino, que cumplirá 43 años en diciembre, se le hizo un nudo en la garganta. Le costó hablar. Sabía que podía estar viviendo sus últimos minutos como boxeador profesional. Pese a todo tiró de experiencia y no quiso pillarse los dedos ante los fans.
«Es posible que en el futuro no me veáis pelear más, pero no sé. Necesito descansar, desconectar y después tomaré una decisión», apuntó PacMan sobre el ring. Más tarde, fue un poco más claro: «Ahora mismo la balanza está 60-40 a favor de mi retirada», añadió. El adiós planea y viendo el pleito con Ugas parece lo mejor para esta leyenda viva.
Pacquiao no lució mal, pero no dio el nivel necesario. Ugas aprovechó su envergadura para contragolpearle de manera constante. El duelo fue cerrado, pero esa chispa que caracteriza al filipino no estaba. Si se le compara con su pelea anterior, en julio de 2019, la diferencia es evidente. La leyenda notó la inactividad y la edad. No fue capaz de cambiar de plan, dejó graves huecos en defensa y no conectó con potencia. La sensación fue que menos mal que esta pelea no había sido contra un pegador mayor como Spence (se lesionó a diez días del pleito). PacMan se ha ganado elegir su futuro, pero sabe que los grandes carteles se han alejado y con la carrera presidencial de Filipinas a la vuelta de la esquina (quiere presentarse a las elecciones de mayo de 2022) todo apunta a un adiós. Aun así, él tiene la última palabra.
Meridiano