“Woke”, es un movimiento radical, cuyo objetivo es destruir los valores de la democracia liberal. Han desembarcado con fuerza en el partido demócrata y han permeado el ejército norteamericano.
Su pensamiento fundamentalista se esconde en la ortodoxia identitaria, aupados por numerosos medios de comunicación y por universidades americanas, furtivos bajo una falsa preocupación por la desigualdad y el racismo.
Se sienten protegidos para generar actos vandálicos, de auge inusitado en el último proceso electoral de ese país, donde rodaron estatuas de diversos personajes, bajo el argumento de la nueva corrección política, cuyos próceres dictan cátedras de justicia desde acomodadas poltronas docentes, e incluso desde poderosos intereses multinacionales. Imponen con fiereza su hegemonía, y manipulan a grupos belicosos, bajo la bandera del enfado social y de un supuesto despertar político por la igualdad.
Su fanatismo da luz verde a la censura de obras literarias, porque no les gusta el perfil de algunos personajes. Se han suscitado espectáculos truculentos: lanzar a la hoguera textos como “la cabaña del Tío Tom”, o “metamorfosis”, por ser considerados opresivos, según han informado periodistas, que enseguida reciben amenazas de estos guerreros de la intolerancia. En numerosas casas de educación superior, los movimientos fanáticos no permiten opiniones discordantes y se abalanzan en masa contra todo aquel que se atreva a impulsar una idea contraria. La dictadura de la izquierda “Woke” se ha impuesto, bajo la visión histórica de vencedores y vencidos, buenos (ellos), malos (todo el que no piense como ellos).
Se trata de visualizar un enemigo, para culparlo de las injusticias históricas, y lanzar todo el aparataje colérico, verdaderas explosiones de ira, ejecutadas no solo en las universidades, también en los medios de comunicación y en los grandes consorcios y monopolios de las ideas.
El periodista Argemino Barro, quien ha escrito interesantes reportajes sobre el tema, narra un episodio espelúznate, sufrido por un reportero de “Intercept”, Lee Fang, quien citó a un afroamericano, que defiende una posición distinta al Black Lives Matter: “¿por qué la vida negra solo importa cuando la quita un hombre blanco? Y agrega: “si un hombre blanco me quita la vida esta noche, será noticia a nivel nacional, pero si me la quita un hombre negro, puede que ni siquiera se hable de ello “. Fang obligado a disculparse, fue aislado por sus compañeros en la redacción y finalmente tuvo que marcharse por haber publicado esta entrevista.
Funcionan como un clan. Tienen presencia en numerosos países. Se han extendido como apóstatas, adoctrinados por todo tipo de tiranos, fortaleciéndose con estas falsas banderas de igualdad racial, de género, ocultándose en las luchas por el cambio climático, la descolonización y en general con falsos procesos revolucionarios. Su accionar amplia la desigualdad en todo el ámbito social y se protegen con movimientos totalitarios, como el llamado foro de “Sao Paulo”, o de “Puebla”, que no es otra cosa que la perversión de la política, impulsados por el lenguaje de la violencia y amparados por actividades ilegales.
El nuevo autoritarismo avanza, con sus estereotipos, afirmando: “nada de lo anterior sirve”. Renegar la historia. Es una guerra absolutista para maniatar la libertad. Los Estados Unidos son un ejemplo de cómo destruirla desde dentro. Desde sus propias instituciones. Estos “woke” son los talibanes internos y tienen su cuota en las tiranías que aniquilan a sus adversarios, bajo un Estado genocida. Son las nuevas tribus con perverso escudo identitario.
P.D. Los “woke” están analizando” el ajedrez por racista: blancas contra negras y encima las blancas parten primero.
Hay peones que son sacrificados – propio del capitalismo-; además existe un serio maltrato animal al jugar con caballos y en movimientos rígidos siempre en L.
Los alfiles están al servicio de la monarquía. Finalmente, y por si fueran pocos los antecedentes anteriores, nos enfrentamos a una deliberada acción de machismo y patriarcado al sacrificar la reina por el rey. Se está estudiando un juego más inclusivo”. (Anónimo).
Luis Velázquez Alvaray