Pensamos que vale la pena hacer un análisis de lo sucedido en la Serie Mundial. Los triunfos de Los Astros ante los Yankees, los Medias Rojas y Los Atléticos en los encuentros cruzados nos convencieron de que el equipo de Los Astros de Houston era competidor fuerte para ir a la Serie Mundial. El tiempo y los espacios más los resultados y los triunfos fortalecieron nuestro fanatismo, nuestra esperanza y nuestra fe. Se habían ausentado, entre enfermedad y traslados, los casos de Gerry Cole y Verlander pero Dustin Baker se hizo de pitchers jóvenes de mucho talento como Maton, Stanek, Graveman y Taylor a mediados de la temporada. La garra del equipo, más esos refuerzos, sellaron las posibilidades del equipo. A eso le agregamos el descollo de pitchers como Framber Valdez y Luis Garcia, más por los curvones del primero que por la poca velocidad y sin cruces en los lanzamientos de Luis. Pero se presentaba un hueco grande. Maldonado rendía en la receptoría pero era pésimo en el bateo. En este sentido, los equipos de Johnny Bench, Yogui Berra, el espigado Carlton Fisk y el diminuto Pudge Rodriguez fueron campeones por el rendimiento de estos receptores que se unían a la ofensiva. Dicho de otra manera, definitivamente, los receptores tienen que batear. Así pues, nunca hubo un receptor sustituto que pudiera dar y cubrir el valor de la oportunidad. Castro, al final, superó sus defectos en el bateo pero no se usó con regularidad. Pero el problema no paraba allí. En efecto, un grupo de impotentes conformaban el line-up del equipo y ellos terminaron por conformar una fila de debilidades en los ataques que empezaban por McCormick, Meyer, Siri y el pitcher, cuando tocaba como bateador. Esto se acrecentó en los juegos cuando Altuve comenzó a comer uñas y poncharse sin elegancia para un bateador de su estampa y rendimiento, acabando con todas las oportunidades. Pero algo más. Los comentaristas del Pregame Alex Rodriguez, el Papi Ortiz y Frank Thomas habían coincidido en que Los Bravos de Atlanta tenía un roster de lanzadores en cantidad y calidad superlativa lo cual les garantizaba un triunfo en una serie tan corta como lo es la Serie Mundial. Agreguemos la poca movilidad en la dirección de Dustin que no se veía operando las alternativas del béisbol como la base por bolas, el robo de base, el toque de bola en las sin número de veces que se presentaron. Un ejemplo de esto es el caso del turno de Soler cuando dio el jonrón que sepultó al equipo Los Astros. Ese jonrón lo dio luego de haber dado alrededor de seis o siete fouls. Donde le pichara la pelota se la tocaba y hubo suficiente tiempo, teniendo una base desocupada y dos outs, para haberle dado la base y cambiado el pitcher. Ese turno al bate le valió a Soler el ser premiado como el MVP de la serie y campeón jonronero y a Los Bravos el título de campeones de la Serie Mundial. A partir de allí se produjo la caída estrepitosa de Los Astros en su ánimo y su esplendor.
Es importante destacar que el equipo nunca se entregó. Dustin Baker luchó incansablemente. El cuerpo de lanzadores superó las expectativas con el gran trabajo realizado pero los bateadores cayeron en un gran slump al punto de que Alvarez, Correa y Gurriel se congelaron. Este último, Campeón Bate del torneo de la Liga Americana, se ponchó, en un turno de suma importancia, sin tirarle a tres strikes seguidos teniendo dos hombres en las bases en posición anotadora. Esto es algo imperdonable para un champion bate.
Los Bravos son unos grandes campeones. Fueron superiores en todos los aspectos del juego y coronan con esa fanaticada del hacha que metió miedo hasta a los que vimos la serie a través del televisor.
Congratulations Braves!
Luis Acosta